Ya sonaron las alarmas, ya hubo alertas tempranas, ya viene ‘El Niño’. Se espera que en tres meses, Colombia se encuentre en una sequía parecida a la de hace tres años. Un informe de XM reportó que los embalses están levemente por encima de 80 por ciento de su capacidad, por lo cual hay tranquilidad en cuanto al suministro de energía eléctrica para esta nueva temporada.
Pero es esta tranquilidad la que nos hace olvidar que el nuevo ‘Niño’ podría ser tan intenso, que ni siquiera las represas a reventar a su inicio alcancen, mientras vuelve a repetirse el ciclo de las lluvias. Con el cambio climático, podría llegar una sequía tan fuerte, que nos enfrentaríamos a un nuevo apagón.
Mientras tanto, la Ley 1715 de 2014 que, supuestamente, iba a disparar la disponibilidad de nuevas energías, sigue sin una reglamentación seria y de fondo. Y ello se refleja en un muy bajo nivel de generación de energías renovables no convencionales (ERNC) –solar, eólica, geotérmica y de biomasa–.
Pocos días antes del cambio de gobierno, el Ministerio de Minas expidió los decretos 40791 y 40795, dejando lista la convocatoria a una subasta de contratos a diez años, por 3.443 Gw/año, y se espera que la mayor parte sea atendida por nuevos proyectos de ERNC. Pero es claro que solo los grandes capitales de las generadoras actuales podrán participar en el proceso, pues a la reglamentación le falta democratización. La que ha hecho que en los países europeos, especialmente Alemania, las ERNC sean hoy grandes proveedoras en sus economías.
Con los enormes avances de la tecnología en los últimos años, los costos de generación de energía solar se han reducido en más de 90 por ciento, debido a la mayor eficiencia de los paneles para absorber la luz y el calor, su mayor capacidad de generación y el costo mismo de la infraestructura. Ante esta nueva realidad, Colombia tiene el potencial de promover decenas de miles de nuevos generadores, en los techos de las casas y edificios o en los campos improductivos de varias regiones que tienen algunos de los mejores índices de solaridad del mundo.
En el Caribe colombiano hay municipios como Uribia, Santa Marta, Fonseca, Riohacha, Valledupar, Providencia, Cartagena y Becerril, entre otros, que promedian más de siete horas de solaridad diaria. Allí se puede generar tanta energía fotovoltaica, que los proyectos de cualquier escala tendrían un periodo de recuperación de la inversión de apenas tres años, con costo promedio de generación de kw/hora de solo 200 pesos, el mismo que se comercializa por poco más de 400.
Si replicamos el modelo alemán, de que la banca de fomento provee la financiación, cada propietario de tierra o de inmuebles instala en ellos los páneles que allí quepan, y la red se compromete a adquirir la energía a un precio comercial, no tendríamos que pensar en más Hidroituangos, ni en más ‘Niños’, ni en las emisiones de gases efecto invernadero en la generación de energía. Solo tendríamos para mostrar un país más limpio, sin las afugias de la escasez energética y sin los elefantes costosos y destructores que representan hoy nuestras generadoras.
Afortunadamente, ha llegado al gobierno una nueva generación que entiende el tema.
Sergio Calderón Acevedo
Perito financiero - Docente
sercalder@gmail.com