La ciudad de Flensburg, en Alemania, es conocida porque allí queda la temida Oficina Federal de Tránsito, la que penaliza las licencias de conducción con puntos, hasta que las mismas son canceladas a sus titulares. También es conocida por colindar con la frontera con Dinamarca en el punto más septentrional del país. Y también porque allí se origina la Autobahn 7, una de las más largas y veloces autopistas de Europa. Desde allí, en doble calzada y seis carriles, se llega, casi sin límite de velocidad, a la frontera con Austria, en la localidad de Füssen, después de 962,3 kilómetros. Costo total de los peajes: cero euros.
Lo mismo que cualquiera de los demás 14.000 kilómetros de autopistas alemanas.
Las autopistas en Bélgica y Holanda, de calidad comparable a las alemanas, también son gratuitas.
Al ingresar por cualquiera de las trece autopistas suizas que cruzan la frontera con sus cuatro vecinos, el viajero paga por una viñeta 40 francos suizos (120 mil pesos colombianos) y ello le da derecho al vehículo a transitar durante catorce meses los 1.415 km de modernas autopistas, viaductos, túneles y demás vías, famosas por su ingeniería de vanguardia.
Estas viñetas también deben ser adquiridas en otros ocho países europeos. La más costosa es la de Austria (87 euros) y la menos, la de Rumania (28 euros). Estos países también cuentan con verdaderas autopistas que deben cumplir las exigentes normas dictadas desde Bruselas.
Otros países como Italia, Francia, España, Portugal, Grecia y Croacia tienen un sistema de peajes que cobran únicamente por la distancia recorrida y la tarifa va desde 2 hasta 10 euros por cada 100 km recorridos, según el país. Sin embargo, estas autopistas son concesionadas, y al vencimiento de la concesión pasan a manos del Estado y se vuelven gratuitas.
Esto está sucediendo ahora en España, donde más de 1.000 kilómetros de concesiones vencen en los próximos tres años y hay una enorme discusión alrededor del tema de si seguir cobrando o no los peajes por unas vías que hace mucho tiempo fueron amortizadas. Es posible que el gobierno de Pedro Sánchez opte por dejar algunas gratuitas, con mantenimiento a cargo del presupuesto central y de la respectiva comunidad autónoma. Aunque también podría decidir prorrogar algunas de las más transitadas, cuyo costo es muy elevado, pero exigiendo al concesionario una sustancial reducción de los peajes, a niveles acordes con el mantenimiento y no con la construcción de una nueva autopista.
En Colombia han sido otorgadas 47 concesiones desde 1994, para una red total de 8.626 km, aunque, únicamente 570 km son de doble calzada y otros 1.648 km son de adición de una segunda calzada a la vía existente. La concesión promedio dura 25,6 años, si bien las hay de hasta 39 años, como la de Chirijara-Villavicencio, célebre por la caída del puente.
Recorrer en un solo sentido todas nuestras concesiones cuesta en peajes 4’399.000 de pesos (1.301 euros), o sea lo que valen 35 viñetas suizas.
Acierta Juan Manuel Santos cuando dice que “usted va a Colombia y ve un país nuevo, con autopistas que nada tienen que envidiarle a Suiza o Alemania”. Con nuestros peajes, las nuestras tienen que ser 35 veces mejores.