Adrián tiene 19 años, pero desde siempre acompaña a sus padres a las minas y poco a poco aprendió el oficio. “Esto es algo que desde niño uno lo hace, más o menos desde los 15”, dice.
Con turnos de ocho horas en los socavones a una temperatura de 40 grados centígrados, los mineros ganan el salario mínimo mensual (equivalente a unos 320 dólares), lo que hace que el deseo de encontrar la piedra de su vida sea un sueño constante. “Uno no viene tras un sueldo, viene tras una esmeralda porque esa puede ser la pensión (jubilación). Si es una significativa, uno puede dejar de trabajar”, afirma Adrián, quien no teme a los accidentes, aunque reconoce que la primera vez que se metió en las entrañas de la tierra sintió vértigo.
“Accidentes ha habido muchos, es por exceso de confianza. Hay que ser prevenido”, dice el joven.
Pero los accidentes no son los únicos que se cobran la vida de los mineros. Durante décadas se libró en la región la Guerra de las Esmeraldas, una lucha por el poder y el territorio minero de las valiosas piedras verdes.
Fue necesario que se firmara un Acuerdo de Paz para poner fin al más reciente conflicto, que entre 1984 y 1990 dejó en la zona unos 3500 muertos, según estimaciones oficiales. Colombia produce alrededor del 55 por ciento de las esmeraldas del mundo, con unos 3,4 millones de quilates en el 2011.
Las exportaciones de esmeraldas colombianas promediaron 130 millones dólares anuales en los últimos cinco años, con India como principal comprador, seguido por Estados Unidos y Tailandia, de acuerdo con la Federación Nacional de Esmeraldas.
Sin embargo, los mineros saben que el negocio está en la exportación, una idea que siguió al pie de la letra Alberto Sepúlveda, enamorado de las esmeraldas. Él tiene varias minas en Colombia y creó el primer museo del mundo dedicado a esta gema.
Un museo como el suyo en Bogotá, con 3000 piedras naturales y talladas, y una réplica de los socavones de donde se extraen, también quieren tener China, Estados Unidos e Italia. “Las esmeraldas colombianas son las de mejor calidad, de mayor tamaño y tienen un valor que no tiene ninguna otra”, se enorgullece Sepúlveda.
China se perfila como el mejor destino para las esmeraldas
En la feria de joyas Expo Shanghái de 2010, Sepúlveda fue el único expositor de la piedra que representó a Colombia. Su objetivo es Asia, dice Sepúlveda, quien asegura que el interés y el gusto de las piedras colombianas convertirán a China en un gran comprador. “Las minas en Colombia están vírgenes, todavía no llega al 10 por ciento de producción, aún tenemos oportunidad de vender muchas, y China va a ser un mercado muy interesante”, añadió.
Y aunque Zambia amenaza con desplazar a Colombia en la producción de esmeraldas, con una nueva mina a cielo abierto, los productores colombianos destacan que en calidad seguirán siendo los primeros. Las piedras colombianas son las más grandes del planeta, con un peso entre 40 y 200 quilates. De todas ellas, destaca Fura, una esmeralda en bruto de casi cinco libras de peso y 11.000 quilates, encontrada hace 14 años en las minas de Muzo.
AFP