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10 dic 2011 - 12:07 a. m.

Aprenda a dejar la mala maña de dejar todo para después

Procrastinar es un comportamiento frecuente entre los seres humanos

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10 dic 2011 - 12:07 a. m.

 

Procrastinar es un verbo poco conocido, poco pronunciado, pero, como todo verbo que implica una acción, muy practicado. De hecho, el 95 por ciento de la humanidad lo ejerce casi y a conciencia.

Para dar pistas sobre este verbo piense en qué tan a menudo pospone lo que tiene que hacer, más allá de lo razonable; si lamenta casi siempre no haber hecho antes lo que había que hacer; si con frecuencia deja aspectos de su vida para otro momento, aunque sabe que no debería hacerlo; si al final del día siente que podría haber empleado mejor su tiempo; si pospone las cosas hasta el punto que su bienestar o eficiencia se resienten innecesariamente…

Eso es procrastinar, aplazar, diferir, según el diccionario.

Eso no tiene nada de malo, hay ocasiones en las que hay que posponer las cosas porque no es el momento oportuno, o porque la prudencia así lo aconseja.

“En su elección de qué hará ahora y qué dejará para después es donde radica la procrastinación, no en la dilación en sí”, escribe Piers Steel en su libro Procrastinación.

“Desde que apareció por primera vez en inglés en el siglo XVI, la palabra procrastinación no se ha referido simplemente a posponer algo, sino a hacerlo irracionalmente; es decir, a cuando posponemos tareas de forma voluntaria pese a que nosotros mismo creemos que esa dilación nos perjudicará.

Cuando procrastinamos, sabemos que estamos actuando en contra de lo que nos conviene”, dice.

Como quien dice, en este caso funciona a la perfección esa frase de Mark Twain: “no dejes nunca para mañana lo que puedas hacer pasado mañana”.

Así, dejar para el día siguiente la revisión y limpieza del correo electrónico; aplazar nuevamente esa dieta pendiente o el comenzar a hacer ejercicio como le recomendó el médico; navegar un buen rato en Internet antes de lanzarse a hacer ese informe que debe entregar en un par de horas; dejar para después la reserva de los tiquetes aéreos sabiendo que ya llega la temporada alta; o no ponerle fecha todavía a la reunión que tanto teme, entran en la lista de procrastinar.

RECUPERAR LA CONFIANZA Y PONER PEQUEÑAS METAS

Muchos procrastinadores dudan de su capacidad de triunfar y por ello dejan de esforzarse, de ahí que no se afronten los retos grandes. Una vez desaparece el esfuerzo, viene el fracaso.

Al plantearse esas nuevas metas piense en ser voluntario, en adquirir una nueva destreza, en organizar ese viaje a donde siempre ha querido ir, tome clases de algo que le exija.

Para recuperar la confianza en el logro, hay que proponerse una serie progresista de metas difíciles, pero asequibles, así se maximiza la motivación y se le vuelve a dar significado al logro.

Ver películas inspiradoras le puede ayudar a recuperar el optimismo, lo mismo que leer biografías inspiradoras o charlar con personas triunfadoras o superadas.

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