Alto, delgado, y con una barba gris de tres días que enmarca una amplia sonrisa, Jean Béliveau da grandes zancadas detrás de un carrito con una bandera canadiense, donde carga su bolsa de dormir y alguna ropa. Atraviesa Kingston antes de llegar a Ottawa y Montreal, desde donde partió hace once años y donde es esperado el 16 de octubre.
Jean dejó esa ciudad el 18 de agosto del 2000, el día que cumplió 45 años y tras la quiebra de su pequeña empresa, por eso decidió enfrentar ese fracaso dándole la vuelta al mundo.