Lo anterior, después de que el primer ministro, Mario Monti, pidió a los italianos que asimilen recortes presupuestarios por 20.000 millones de euros y paguen un gravamen por sus casas. “La iglesia siempre ha sido blanco de una fuerte polémica, pero la presión nunca fue tan grande”, dijo Francesco Perfetti, profesor de historia contemporánea en la Universidad Luiss de Roma.
“La crisis de la deuda está obligando a los gobiernos a reconsiderar aun los privilegios que se estimaban sacrosantos”.
El papel de la religión en la economía está siendo analizado en tanto los países soportan algunos de los recortes presupuestarios más severos en una generación y donde el tema de la riqueza clerical ha sido durante largo tiempo tabú.
Grecia grava los ingresos de la iglesia ortodoxa, pese a que se mantienen algunas exenciones.
Italia ganaría 100 millones de euros adicionales aumentando los gravámenes a la iglesia hasta incluir todos sus bienes comerciales, dijo Paolo Berdini, planificador urbano y consultor de administraciones locales.
Ares 2000, una firma investigadora de Roma, estableció que la cifra llega hasta 2.200 millones de euros. La iglesia católica es dueña de unas 100.000 propiedades en Italia.