Cuando se le pregunta a Veniamin Oprea, el dueño de los derechos del Slinky Humano, por qué está vendiendo su invento, responde con una risa contenida que en realidad no espera venderlo y que lo ofrece más por diversión.
‘Conviértase en el único show del Slinky Humano’, dice la página de ebay en donde se vende el inmenso resorte de colores que cuesta un millón de dólares. Sin embargo, Oprea es enfático: “Yo soy el Slinky Humano”.
Más que el atuendo como tal, lo que se vende es el show que este rumano-estadounidense lleva realizando desde hace 26 años como parte de un acto de circo, en intermedios de juegos o en programas de televisión. “Usado previamente durante 27 años, en perfectas condiciones y autografiado”, reza la descripción del sitio de subastas, en donde se han hecho 189 ofertas de compra.
El adinerado, excéntrico o aficionado a los ‘slinkies’ que compre este aparatoso disfraz tendrá “permiso” para hacer la misma presentación que Veniamin Shows ha llevado a más de 60 países e incluso al programa de David Letterman: “Prepárense para tres minutos de televisión bizarra, incluso para los estándares de CBS”, fue la introducción del famoso presentador al Slinky Humano en 1997.
Según Oprea, si el disfraz realmente se llegara a vender, él mismo iría al país donde estuviera el comprador a enseñarle cómo hacer el show. “En un mes ya se puede presentar”, afirma. Los errores, asegura, se pueden ir puliendo por el camino. Y es que la compra no es para siempre, ya que a los 5 años habría que devolverlo.
Eso sí, por la inversión no hay que preocuparse, ya que de acuerdo con los cálculos de Oprea, ese tiempo es más que suficiente para recuperar el millón de dólares. Durante los 5 años, el dueño del disfraz tiene absoluta libertad de cobrar lo que quiera por presentación. “No voy a ser su agente”, bromea el Slinky Humano, quien sin embargo aconseja presentarse en televisión, que es donde mejor pagan.
Ni tarjetas, ni cheques, ni plazos; la única opción para comprar el disfraz más caro en venta es hacer una transferencia bancaria.
La buena noticia: el envío es gratis.
Maria Camila Hernández
Redacción Portafolio.co