La reproducción in vitro es una industria en expansión a medida que nuevos avances científicos hacen más fácil el proceso de crear embriones en el laboratorio.
Esa industria sin embargo se sitúa en el terreno movedizo de los asuntos morales, éticos y legales que conciernen al manejo de los elementos básicos que dan lugar a la vida humana. Empecemos por algunos casos recientes que han puesto el tema de nuevo en las noticias:
- Uno de los más publicitados es el conflicto legal entre la actriz Sofía Vergara y su exnovio Nick Loeb sobre el destino de los embriones que decidieron congelar cuando eran todavía pareja.
- Después de un costoso procedimiento de fecundación in vitro y de concebir con éxito dos hijos, una pareja decide ofrecer en adopción los seis embriones extras que tienen congelados en un laboratorio.
- Una mujer de 40 años, quien consiguió quedar embarazada de gemelos gracias a un costoso tratamiento de implantación de embriones en laboratorio, puso en venta los que no fueron usados en el procedimiento y se encuentran congelados hasta que aparezca comprador.
- Después de muchos años de infertilidad otra pareja encontró una joven dispuesta a venderles óvulos que fueron fertilizados en laboratorio con el semen del marido, y que produjeron 10 buenos embriones. Cuatro de ellos fueron transferidos al útero de la esposa en dos ocasiones y tuvieron dos pares de gemelos. Ahora no quieren tener más hijos y desean donar los 6 embriones congelados que les quedan.
Miles de dólares
Donación, venta o adopción de embriones, alquiler de úteros, compra de semen o de óvulos. Todos son hechos de nuestros días, con connotaciones que van mucho más allá de sofisticados tanques de congelación y científicos en batas blancas. Son también procedimientos que cuestan muchos miles de dólares y alimentan una fructífera industria.
Agreguemos el internet y el resultado es que la gente puede directamente ofrecer o buscar embriones en sitios como Milagros en Espera, donde se leen avisos como: “4 bebés congelados, listos para un buen hogar”. Otro dice: “Bellos inteligentes atléticos embriones blancos buscando un hogar”. Uno de una solicitante dice: “Lo que más deseo es ser una mamá”.
Ya en los años 80 la inseminación artificial se había convertido en un negocio relativamente grande, y muchas clínicas dominaban el arte de la congelación de espermatozoides enfriándolos a menos 196 grados y luego almacenándolos en tanques de nitrógeno líquido. La fertilización in vitro fue el siguiente paso en el camino de la reproducción en laboratorio, permitiendo a las parejas unir los óvulos y el esperma fuera del cuerpo de la mujer.
Cuando se hicieron las primeras fecundaciones in vitro o 'bebés probeta' a finales de los años 70, las donaciones de embriones eran manejadas por clínicas de fertilidad que buscaban, de forma anónima, receptores compatibles con los donantes. A finales de los años 90, los conservadores de movimientos pro-vida empezaron campañas para que los embriones sobrantes fueran considerados como pequeñas criaturas humanas congeladas en el tiempo y eso dio lugar a la creación de agencias para adopción de embriones.
Aunque no hay acuerdo sobre la cifra exacta, se calcula que solo en Estados Unidos hay más de 650.000 embriones almacenados en frío. De acuerdo al New York Times pueden ser más de un millón. Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de ese país, alrededor de 60.000 están disponibles para donación o adopción.
El resto están destinados para las parejas que los han creado, como pacientes con cáncer que desean preservar la posibilidad de tener familia después de tratamientos de quimioterapia. Otros serán donados para investigación científica. Unos pocos, como los de Sofía Vergara, están atrapados en batallas jurídicas por la custodia. Y los demás quedan indefinidamente en almacenamiento por un costo de 400 a 1.200 dólares al año por el servicio. Algunos dueños paran de pagar el bodegaje y le dejan a la clínica o laboratorio la decisión.
Tejidos, no personas
Médicamente, los embriones se consideran tejidos, no personas. Y si bien existen directivas para la donación de tejidos, como una historia genética y pruebas médicas del donante, en el caso de embriones esas directivas no aplican.
Como con tantos otros adelantos científicos, la ley no ha alcanzado a la ciencia. La situación jurídica de los embriones varía según países y departamentos. Algunos tribunales los consideran propiedad, otros como seres no vivientes y otros en un sitio intermedio entre propiedad y persona, dado que tienen el potencial de convertirse en seres humanos. Eso hace que la elaboración de contratos para donaciones o adopciones de embriones sea extremadamente complicada.
Y más y más familias, cortes y clínicas deben enfrentar la difícil elección de qué hacer con ellos. Una decisión que envuelve profundos cuestionamientos acerca de cuándo comienza la vida, la definición de familia y los avances tecnológicos que han abierto tantas posibilidades reproductivas.
Cecilia Rodríguez
Especial para Portafolio
Luxemburgo