“A Juan Alejandro lo asesinaron”, con esa expresión cruda, el rector del colegio donde estudiaba Juan David Aristizábal le dio la noticia de la muerte de uno de sus mejores amigos en manos de las Farc.
En ese momento tenía solo 13 años. Hoy, con 24 y tras haber sido destacado por la revista Forbes como uno de los 30 líderes jóvenes que pueden cambiar el mundo, Aristizábal recuerda aquel triste suceso, con una voz aún juvenil.
Además, reconoce que se debatió entre el deseo de venganza, seguir indiferente ante lo que pasaba en el país o buscar algo para que no hubiera jóvenes empuñando armas.
Aristizábal fue invitado a Charlas Portafolio para hablar con la decana de economía de la Universidad de los Andes, Ana María Ibáñez, quien ha trabajado para el Banco Mundial y ha sido investigadora de Fedesarrollo.
Aristizábal también es profesor universitario, aunque se le conoce más por su trabajo en la Fundación Buena Notta, de la cual es presidente y cofundador.
Allí, más de 12 mil jóvenes se han capacitado en emprendimiento social. En esa figura –la de los emprendedores sociales, gente que decide hacer cosas por la otra gente–, Juan David ve una gran posibilidad para las transformaciones que necesitará el país si se firma un acuerdo de paz con el grupo responsable de la muerte de su amigo.
“Pueden ser la respuesta en el posconflicto, realizando con ellos proyectos, donde se les fortalezca y se utilice la ley de alianzas público-privadas para emplear a quienes abandonan las armas. Ayudando por ejemplo a mejorar la educación, la industria y a llevar muchas innovaciones a las comunidades”, dice. Ibañez coincide con él en que el primer obstáculo a vencer es el escepticismo de los empresarios y aclara que los emprendedores sociales no deben reemplazar al Estado, sino complementarlo. Es más, sugiere que se cree algo así como una ‘bolsa de valores sociales’.
La investigadora recalca que cada colombiano debe estar dispuesto a pagar el costo de la paz y que uno de los esfuerzos seguramente será el pago de más impuestos.
