La bonanza petrolera no sólo ha sido la base del notable desarrollo inmobiliario que ha caracterizado en años recientes a los Emiratos Árabes, particularmente a Dubái.
No muy lejos de allí, a un poco más de 3.000 kilómetros, en las estepas de Asia Central, los kazajos, antiguas tribus nómadas, también están haciendo lo propio gracias a la explotación de sus depósitos de gas y de oro negro. Un poco más de 10 horas de vuelo hasta Fráncfort y luego seis horas más de avión separan a Bogotá de Astana, la nueva y fascinante capital de Kazajistán, un país bastante desconocido para los colombianos, el cual, sin embargo, es el noveno más grande del mundo con un tamaño equivalente a Europa Occidental.
Kazajistán se extiende a través de una gran estepa que empieza en el mar Caspio y termina en los bosques siberianos que forman los montes Altai, y en su territorio se pueden encontrar casi todos los elementos de la tabla periódica de Mendeléyev.
Esta es una tierra en donde los rusos, durante la época de la guerra fría, realizaron sus experimentos nucleares y establecieron su carrera espacial. Pero a pesar de la innegable influencia que estos aún ejercen, los kazajos, étnicamente hablando, son más una mezcla entre turcos y mongoles, y se calcula que el 75 por ciento de su población profesa la doctrina musulmana. ¿Pero qué ha hecho que este país sea actualmente el más estable de los estados postsoviéticos? Son varios los factores, pero parece que prima una buena administración de los ingresos que le vienen inyectando a su economía la explotación de hidrocarburos y minerales.
Las importantes reservas de gas, de petróleo y de uranio, les han permitido a los kazajos una expansión económica sin precedentes.
Entre los años 2000 y 2009 el crecimiento conjunto del Producto Interno Bruto de Kazajistán superó el 190 por ciento, hecho que le ha permitido destacarse como una de las economías más dinámicas del mundo. De la misma manera, el país logró reducir en el mismo periodo del 35 al 13 por ciento la población bajo el nivel de pobreza, y de paso darse algunos lujos como trasladar –en 1997– la antigua capital localizada en Almaty y construir la nueva Astana, que significa ciudad capital en kazajo.
De los vetustos edificios de hormigón de la era soviética que caracterizaban a la población de Akmola, grandes extensiones de la estepa colindante han sido destinadas a la construcción de autopistas, rascacielos, condominios, centros comerciales, bibliotecas, teatros, complejos deportivos, salones de convenciones, hoteles, residencias diplomáticas y grandes parques.
Asocolflores participó en la Feria Astana Flor Expo
Cinco siglos después, por la ruta de la seda que recorriera en su momento Marco Polo, y que se extendía desde Changan en China hasta Constantinopla, está empezando a transitar uno de los productos con mayor vocación internacional que tiene Colombia: las flores.
Cientos de rosas, claveles, alstroemerias y crisantemos colombianos fueron exhibidas por Asocolflores en la última semana de abril y con gran aceptación en el marco de la segunda versión de la feria Astana Flor Expo.
Los floricultores nacionales llegan en la actualidad a 89 países y muy seguramente su reconocida experiencia internacional y su capacidad logística les permitirán alcanzar una promisoria participación de mercado en un país que se estima compra anualmente 50 millones de dólares en flores. Puede ser muy próximo el día en que los cerca de 16 millones de kazajos, cuando de flores se trate, prefieran las colombianas.
Jairo Cadavid Ossa
Especial para Portafolio