¿Cuál es impacto económico de una estancia en un hotelucho de mala muerte para una cita con una prostituta o de esnifar una raya de cocaína? Esta pregunta va en consonancia con la aplicación de nuevas reglas contables por parte de la Unión Europea (UE), que suscitan interrogantes estadísticos y éticos. Apoyado en ellas, Italia sorprendió al mundo al anunciar, el pasado 22 de mayo, que iba a integrar en su PIB el dinero de la droga, la prostitución y el contrabando del tabaco y del alcohol.
En el 2012, el Banco de Italia cifró el valor de lo que denomina ‘economía criminal’ en 10,9 por ciento del PIB. Por eso, el PIB italiano podría aumentar y el déficit público, calculado en proporción, disminuir, una obsesión en estos tiempos de austeridad presupuestaria.
Gran Bretaña le sigue los pasos, al estimar que los ingresos generados por el tráfico de droga y la prostitución podrían aumentar el PIB en 12.300 millones de euros, un poco menos del 1 por ciento.
Tanto Roma como Londres se refieren a las consignas de Eurostat, instituto europeo de estadística, y que los 28 miembros aplicarán a partir de septiembre de este año. Estas son diferentes de la nueva metodología internacional del PIB, que casualmente también entrará en vigor, por tarde en septiembre y contribuirá a aumentar los niveles de riqueza al incluir los gastos de investigación y desarrollo.
Dichas informaciones han levantado ampolla. “El PIB no es un indicador de moralidad”, considera un portavoz de Eurostat, precisando que solo se tendrán en cuenta las transacciones que todas las partes consientan libremente.
“La prostitución no es una actividad comercial libremente consentida. Creer que pueda serlo es una toma de posición ideológica, un espejismo y una ofensa a los millones de víctimas de la explotación sexual en el mundo”, dicen la ministra francesa de derechos de la mujer Najat Vallaud-Belkacem y la ministra belga del Interior Joëlle Milquet, quienes han escrito a la Comisión Europea para manifestar su estupor.
“El problema es poner sobre la mesa este nuevo método estadístico en el momento en que todo el mundo tiene problemas presupuestarios”, añade Eric Vernier, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales y Estrategias, y autor de ‘Técnicas de blanqueo y medios de lucha’.
CITAS Y PEQUEÑOS PESOS
“Desde la crisis, lo que importa ante todo es lo que entra en las arcas del Estado, hasta calcular el ‘producto criminal bruto’ con “mucho cinismo”, opina el investigador, quien insiste en que “no se puede hablar de citas con prostitutas como si se tratara de latas de arvejas”. Para Friedrich Schneider, profesor de la Universidad Johannes Kepler de Linz (Austria), “la prostitución es una actividad de servicios, lo que participa en la creación de valor”.
Pero el tráfico de droga y las actividades criminales no tienen nada que hacer en la estimación de la economía paralela, que define como la parte no declarada de las transacciones, que son legales: todo lo que se produce se vende en el mercado negro. Schneider estima que la “economía sumergida” también medida (prostitución más trabajo negro) supone en el 2014 el 18,6 por ciento del PIB de la Unión Europea, con fuertes disparidades: más del 23 por ciento en Grecia, frente al 8 por ciento en Luxemburgo.
UN DIFÍCIL CÁLCULO
En julio del 2012, la Eurostat fijó las recomendaciones para la estimación, muy difícil, de las actividades ilegales. El texto está plagado de ecuaciones, acrónimos y consignas sobre el “valor agregado bruto” de la prostitución, el “consumo intermediario” como el alquiler de un apartamento para los profesionales del sexo, y la pureza de los estupefacientes.
AFP