Estaba en São Paulo, Brasil, con una amiga. El dinero se había acabado; tan sólo quedaban 200 reales. Tenían que tomar una decisión: pagar un hotel o conocer la ciudad. Optaron por la segunda.
Durmieron cinco noches en el aeropuerto Internacional de Guarulhos, turnándose, pues cada vez que un guardia llegaba a preguntarles, alguno tenía que decir que esperaban su vuelo de regreso a Colombia.
“Salíamos por la mañana y tomábamos el tren o un bus para ir al centro y recorrer la ciudad. Nos alcanzó el dinero hasta para comprar los bombones”, cuenta Alejandro Díaz, un viajero, que a punta de mochila, estuvo en Brasil para asistir a un encuentro de Capoeira.
Como Alejandro, muchos turistas toman la decisión, mochila en mano, de ir a descubrir países, culturas y conocer personas de diferentes lugares.
Puede parecer arriesgado, para algunos incómodo, pero tiene su encanto.
Mucho más como lo hace Francisco Erazo, diseñador gráfico, quien no sólo toma su mochila para irse a viajar, sino que lo hace en bicicleta.
Ha pedaleado varios kilómetros hasta Santa Marta y La Guajira, y espera el otro año hacer la travesía de llegar hasta Argentina.
“Estos viajes me permiten un contacto directo con la naturaleza. No es lo mismo observar un árbol o un pájaro a 150 kilómetros por hora que verlo en tiempo real. Recuerdo atravesar el Magdalena Medio a las 4:30 de la mañana y ver gavilanes”.
Este viajero recomienda a quienes se le quieren medir a este plan, contar con una buena bicicleta –en lo posible de montaña–, llevar equipaje liviano y un botiquín, ropa vieja, pues la polución y los cambios de clima la dañan, un celular para comunicarse y, lo más importante, la compañía.
“Hay que viajar con personas que tengan un estado físico parecido y con los que uno se entienda, porque se trata de compartir bastante tiempo”.
Opción para ‘mochileros’
La Internet ha cambiado la forma en que las personas viajan. Cada vez son más quienes hacen reservas de pasajes y hoteles en línea y aprovechan servicios como el web check in. Sin embargo, para los ‘mochileros’ esta no es una opción, pues se trata de un viaje que no se hace de la manera tradicional.
Para ellos existen sitios especializados en los que es posible conseguir estadía gratuita en casi cualquier lugar del mundo.
Una de las páginas más reconocidas y con mayor número de usuarios es www.couchsurfing.org, una comunidad de viajeros en la que es posible intercambiar sofás alrededor del mundo.
Es decir, usted puede recibir personas de otros países y darles un sofá, una cama, un colchón, una habitación, una hamaca, entre otros, y en contraprestación usted puede hacer lo mismo.
Luis Betancourt es un viajero que ha recorrido varios países utilizando esta página, y además fue el embajador de la comunidad en el país.
“Se tiene la oportunidad de conocer la cultura y las tradiciones del lugar desde los ojos de la gente que nace o vive allí. Los hoteles son cómodos, pero muchas veces lo alejan a uno de la realidad del lugar. Hay gente que llega al destino y lo llevan a comidas familiares y hasta matrimonios”, relata.
Gracias a sus experiencias e intereses en Internet, Luis decidió crear, junto con un amigo, una página llamada localo.com, en la cual se pueden reservar desde un sofá, una cama, una habitación, hasta un apartamento o una casa. Cuenta además con un blog con recomendaciones para los viajeros y temas relacionados con diferentes opciones a las tradicionales para viajar.
Eso sí, tenga en cuenta que esta clase de viajes son para personas que, como dice Francisco Erazo, son de ‘lavar y planchar’.
“Son para gente que está conectada con la realidad y el tema natural.
Que les guste probar la gastronomía típica de cada lugar, que no se varen porque no tienen televisor o porque no pueden mandar un mensaje por el chat de BlackBerry”.
Sergio Camacho I.
Redactor de CEET