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12 may 2017 - 8:08 p. m.

La competencia entre carros voladores está a punto de despegar

Los magníficos ‘nerds’ y sus nuevas máquinas eléctricas del aire enfrentan problemas con la duración de las baterías.

Carro aereo

Diversas compañías ya han empezado a hacer pruebas con sus prototipos, mientras que otras seguirán adelantando el desarrollo de estas ‘aeronaves’.

Archivo Portafolio.co

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Portafolio
12 may 2017 - 8:08 p. m.

Los tecnólogos de Silicon Valley se han obsesionado con la transportación, desde coches sin conductor y trenes ultrarrápidos, hasta viajes espaciales. Pero su último capricho parece improbable incluso según esas normas: los coches voladores.

Recientemente Uber prometió que empezaría a probar un servicio de taxi aéreo en Dubái y Dallas en el año 2020.

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“Al igual que la inteligencia artificial, los coches voladores nos han sido prometidos durante décadas, pero hasta ahora están llegando”, dijo Jeff Holden, director de producto de Uber. “Yo realmente odio ese término, pero tenemos que vivir con él; a los medios les encanta”.

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Conforme sigue enturbiándose la reputación de Uber a causa de titulares negativos, podría resultar fácil descartar la idea como una fantasía diseñada para distraer a una prensa hostil. Sin embargo, Uber no es la única empresa que está interesada en esta fantasía de ciencia ficción.

(Lea: El país entra en la ruta de las ciudades inteligentes

Kitty Hawk, una empresa startup respaldada por el cofundador de Google, Larry Page, presentó un prototipo de su flyer, una aeronave ultraligera para una sola persona propulsada por ocho rotores eléctricos, que prometió saldría a la venta “a finales de este año”.

Sebastian Thrun, el fundador del programa de coches sin conductor de Google quien dirige Kitty Hawk, señaló que se habían completado exitosamente más de 1.000 vuelos en su aeronave hasta la fecha.

Así, Kitty Hawk es una de varias compañías privadas que han estado trabajando silenciosamente durante años en los llamados ‘vehículos de despegue y aterrizaje vertical (VTOL)’.

Según un inversionista, ya hay más de 40 compañías desarrollando pequeñas aeronaves que pueden funcionar con baterías y no requieren de pistas de aterrizaje o aeropuertos.

Otra de esas empresas startup, Lilium, concluyó recientemente un exitoso vuelo de prueba de su taxi aéreo totalmente eléctrico. “Creemos en un mundo donde cualquiera pueda volar a cualquier lugar, en cualquier momento”, apunta Daniel Wiengand, cofundador y director Ejecutivo de Lilium, que se fundó en Múnich en 2015. “Queremos democratizar el transporte aéreo limpio por encargo”.

En el otro extremo de la escala corporativa, el gigante aeroespacial Airbus ha dicho que su concepto Vahana hará vuelos de prueba en 2017.

Jaiwon Shin, administrador asociado de investigación aeronáutica de la NASA, la agencia espacial estadounidense, aseguró que no era una cuestión de “si, sino de cuándo” dichos vehículos comenzarían a aparecer en las ciudades. “Realmente creo que estamos observando los albores de una nueva era de la aviación”, confesó.

Los avances tecnológicos que alimentan este renovado entusiasmo son similares a los que sustentan los coches sin conductor: el cambio a la propulsión eléctrica, impulsado por mejoras en la tecnología de baterías, y los avances en el aprendizaje automático que les permite a las máquinas ‘ver’ y pilotar ellas mismas.

“La locura actual en torno a la comunidad de los coches sin conductor se ha desbordado hacia la industria aeroespacial, de forma positiva”, indicó Missy Cummings, profesora de ingeniería mecánica en la Universidad de Duke. “Creo que la publicidad ayudará a hacer avanzar estas ideas. La realidad es que todas las piezas están en su lugar”.

Otro factor es la aparición de los drones para los consumidores. Aunque son mucho más pequeños y ligeros, están contribuyendo a disminuir el costo de algunos componentes, de la misma forma que la cadena de suministro de los teléfonos inteligentes permitió la creación de productos como los quadcópteros Phantom de DJI en primer lugar.

Un fabricante chino de drones, Ehang, ya ha creado un vehículo de pasajeros que planea probar en Dubái este verano.

“Si los drones baratos son el dividendo de paz de las guerras de los teléfonos inteligentes, los coches voladores sin conductor serán el dividendo de las guerras de los drones”, afirma Jeremy Conrad, socio del inversionista Lemnos Labs.

En este mismo sentido, Paul Eremenko, director de Tecnología de Airbus, quiere acelerar el desarrollo y la construcción de vehículos de demostración de vuelo. Explorar la movilidad urbana aérea le permite a Airbus probar tecnologías emergentes incluyendo la autonomía, la electrificación y los compuestos de carbono baratos. “En la convergencia de todos esos, prevemos la posibilidad; por lo tanto, construimos el demostrador para ver si nuestra opinión es correcta”, destacó Eremenko, a quien Airbus contrató de Google en 2015.

Pero reconoce que todavía hay mucho que hacer en términos de aceptación pública y regulaciones antes de que el cielo esté repleto de coches voladores. En una entrevista admitió que el concepto de coche volador que Airbus presentó en el Salón del Automóvil de Ginebra en marzo tenía principalmente la intención de familiarizar al público con la idea que probar la tecnología. “Ese no es un producto real; es el equivalente a un prototipo de automóvil”, dijo. “La aceptación del público, urbana y regulatoria no existen. Queremos hacer soñar a la gente”.

Un gran problema en ganar la aceptación del público es el ruido, aunque los motores eléctricos prometen ser mucho más silenciosos que un helicóptero tradicional. Otro es la incertidumbre regulatoria, desde el control del tráfico aéreo y de seguridad.

Antes de alcanzar la autonomía, estas pequeñas aeronaves seguirán necesitando pilotos humanos y no está claro quién va a entrenar o certificar a los miles de estos necesarios para alcanzar la magnitud que Uber prevé.

La seguridad y la fiabilidad a largo plazo de los vehículos eléctricos y VTOL tampoco está comprobada. Más personas han viajado en un cohete al espacio que volado en un avión alimentado por baterías, según un ejecutivo de Pipistrel, una compañía pionera de las aeronaves eléctricas.

“Las dos mayores preocupaciones que me surgieron como inversionista son el riesgo de mercado y el regulatorio”, apuntó Michael Linse, cofundador de Levitate Capital, un fondo enfocado en VTOL. “El compromiso de Uber con la industria contribuye a mitigar esos riesgos un poco”.

En la reunión de Uber en Dallas, ingenieros, empresarios y pilotos que han soñado durante años con los vehículos aéreos personales apenas podían contener su regocijo ante el impulso adicional de US$62.500 millones que ha proporcionado la enorme compañía de servicio de taxis.

Un ingeniero sugirió que quizás la gente llamaría sus coches voladores mediante ondas de pensamiento en lugar de mediante un teléfono, mientras que el creador de un coche de vapor en la década de 1970 propuso su diseño para un híbrido avión-helicóptero que ha estado más de 20 años en desarrollo.

Tras afirmar que se inspiró en el creador de Star Trek, Gene Roddenberry, Pat Romano, el director Ejecutivo de Chargepoint, habló sobre su primera reunión con Uber: “Antes de que pudieran incluso preguntar, les dije, me interesa’”.

Chargepoint es una de varias compañías asociadas con Uber para hacer realidad su visión de un transporte aéreo urbano de corto alcance, junto con desarrolladores como Aurora, Embraer, Pipistrel y Bell Helicopter.

Ivo Boscarol, director Ejecutivo y fundador de Pipistrel, promete que pequeñas aeronaves recogerían pasajeros de las ventanas de sus apartamentos dentro de 20 años.

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