Un grupo multidisciplinario de investigación de la Fundación Paz y Reconciliación, apoyado en diez departamentos por una red de colaboradores, se dio a la tarea de hurgar durante varios meses en los resultados que arrojaron las elecciones parlamentarias del 2014. Al evaluar la composición de Senado y Cámara de Representantes se llegó a una conclusión que no es una sorpresa, pero que induce a preguntarse por qué no es posible cambiar en profundidad la democracia colombiana: 70 de los parlamentarios elegidos son objeto de cuestionamientos, cuando no de investigaciones.
Muchos, como lo anuncia el título de este reporte, son herederos directos de la parapolítica. La mayoría llegó mediante la utilización de grandes sumas de dinero provenientes de los cupos indicativos y algunos más son señalados de tener nexos con estructuras ilegales vigentes.
Ante la aparente inminencia de la firma de un proceso de paz integral y encarar una perspectiva seria de reconciliación nacional, el país por primera vez está ante la posibilidad de realizar unas transformaciones agrarias y sociales largamente aplazadas y de abrir realmente puertas a la acción política de las izquierdas en la competencia legal y democrática.
“¿Estará el congreso que tomó posesión este veinte de julio en condiciones de liderar estos cambios?”, se preguntan los autores.
No se desconoce en el libro la presencia de senadores como Antonio Navarro, Claudia López, Carlos Fernando Galán, Iván Cepeda, Horacio Serpa, Vivianne Morales, Jorge Enrique Robledo, Jimmy Chamorro y el expresidente Álvaro Uribe, a quienes califica como garantes de debates de control político con altura. Lo que pone en duda es la calidad de las leyes y el sesgo progresista que puedan tener, en la coyuntura que es objeto de análisis.