“Yo me dedico al reciclaje hace 10 años, tengo tres hijos, dos de un primer compañero y una niña con otra persona que no vive conmigo”.
Ella es Magnolia Cano, una recicladora paisa, quien tiene una vivienda de interés social en un barrio popular de Medellín, pero están a punto de quitársela porque lleva un año sin pagar la cuota.
(Lea: Jefe de personal cuenta qué es lo bueno de los Millennials)
Nació en el corregimiento de Belén de Bajirá, en Riosucio (Antioquia), pero cuando estaba pequeña sus padres la llevaron a Medellín.
Alguna vez aprendió a coser y durante seis años trabajó en la empresa Leonisa, pero se retiró porque tuvo una niña y no había quién se la cuidara. Estando sin empleo y muy necesitada, un amigo la llevó a registrarse en una empresa como recicladora, un oficio que ella siempre quiso hacer, pues en su conciencia rondaba la idea de que había que trabajar por la defensa del planeta.
(Lea: ¿Cómo es un día de trabajo de un taxista?)
¿Reciclar es fácil?
Este es un oficio muy duro, porque toca caminar mucho. Los horarios son nocturnos, principalmente. Y todo toca hacerlo en la calle, enfrentando toda clase de peligros. Sin embargo, uno va conociendo el oficio y las cosas se hacen más fáciles. Un día decidí que lo mejor era reciclar en mi propio barrio, y ahora voy poco a otras zonas de la ciudad.
También he aprendido a decirle a la gente que si recicla desde la casa, obtiene beneficios en el recibo mensual de aseo.
(Lea: Este es mi oficio: Profesor universitario)
En realidad, mi oficio consiste en recoger lo que los demás botan. Yo voy por la calle y siempre estoy mirando qué me puede servir para generar ingresos.
¿A las familias les gusta hacer reciclaje en la casa?
No siempre. Este es un trabajo que realizamos los recicladores. La gente saca la basura y nosotros nos dedicamos a hacer la separación de los productos que se pueden reutilizar.
¿Qué hace con los orgánicos?
Yo tengo un sitio cerca de mi casa donde cultivo unas planticas y esos residuos los usamos como abono orgánico, dentro del programa Tejido Verde.
Los productos reciclables los destinamos a hacer otros productos como bolsos, billeteras, chalecos y pendones. Esas cosas las hacemos las madres cabeza de familia que hemos aprendido manualidades. Esos productos nos los paga la empresa Familia. Ellos nos patrocinan para estudiar, obtener vivienda y nos dictan cursos de diferente tipo.
Yo tengo máquina de coser y hago bolsos con material reciclable que encuentro o que me traen.
¿A veces encuentra electrodomésticos u otros elementos en la basura?
Sí. La gente los saca al andén o nos dicen que si nos los queremos llevar. Pero la mayoría es porque están dañados. Si está bueno me lo llevo para la casa. Si está dañado lo destapo y le saco cosas que sé que me van a comprar. Lo demás va para reciclaje.
¿En qué carga las cosas que recoge?
Ahora no tengo carretilla, y por eso recojo los materiales en un carrito de supermercado. No caben muchas cosas, pero me sirve.
¿Qué cosas raras se encuentra en la basura?
En mi casa tengo muchas cositas curiosas que la gente bota y que no tienen mucho valor como productos reciclado, pero que me sirven de decoración. Colecciono corchos, tengo muchos, también me encuentro matas casi muertas y me las llevo para mi huerta y las revivo.
¿Ha recogido elementos que usted lleve para el uso personal?
Claro que sí. Me he equipado de lavadora, un buen colchón que me regló una familia que se estaba trasteando y no le cupo en el camión, entonces me lo regalaron. La gente bota cosas en muy buen estado como zapatos y ropa. Yo me los llevo, los lavo y los uso.
¿Ha encontrado dinero?
Sí, pero poco. Una vez un billete de $20.000. Lo que más encuentro son monedas.
¿Qué hace cuando encuentra documentos personales o una cédula?
Eso lo llevamos a la empresa que nos compra el reciclaje. Ellos lo guardan por si acaso llega alguien a reclamarlo.
¿Ha encontrado alguna joya o algo de mucho valor?
La única joya que yo he encontrado en la vida es mi hija. Por ella doy mi vida, y por eso me dedico a este oficio, porque me queda tiempo para cuidarla.
¿Siente que la gente apoya a los recicladores?
No. Eso es lo más difícil de este oficio. Algunas personas son muy buenas, pero otras, la mayoría, lo miran a uno muy mal. Hay mucho desprecio de la gente por nosotros. Nos ven en la calle y asumen que somos ladrones o que les vamos a hacer daño. En realidad, siempre nos desprecian. Y a uno de mujer le va peor, porque este es un oficio en el que la mayoría son hombres.
Pero aun así, a mí me gusta reciclar.
Pero ¿hay entidades o empresas que los apoyan?
Sí. La empresa Familia nos apoya. Se porta muy bien con nosotros. Tiene un programa que incluye el apoyo en estudio, vivienda, alimentos y viven muy pendientes de nosotros. Esa es una ayuda muy importante para nosotros. Ellos pagan una escuela para los mayores de edad que no saben leer ni escribir.
¿Qué está estudiando?
Capacitándome para ser cada vez mejor en el oficio. Por ejemplo, yo hice un diplomado empresarial que dictó la cooperativa de recicladores. También estudié primaria y bachillerato, y realicé un año de supervisora de confecciones.
¿Dónde come cuando está trabajando?
Antes de salir a trabajar yo como en mi casa. En la calle solo tomo algún líquido, pero no más.
¿Ustedes compiten con los habitantes de la calle en el reciclaje?
No. Ellos siempre están buscando comida. Nosotros no. Y tienen derecho a hacerlo. La verdad es que cuando encuentran algo que les puede servir para vender en los sitios de reciclaje, lo recogen, pero la plata la usan es para otras cosas.
¿Es rentable vivir del reciclaje?
En los últimos años ha mejorado, porque hay una Ley de tarifa de aseo que nos reconoce algo a los recicladores por hacer este oficio. Ahí nos estamos desatrasando porque sinceramente del reciclaje como tal no se vive. Hay días que uno hace $5.000 o $10.000. Desde octubre del año pasado nos están reconociendo algo por nuestro trabajo.
¿Cómo es la relación con los demás recicladores?
A veces es difícil. Hay sectores a los que prácticamente no se puede ir porque a uno lo amenazan otros recicladores que dicen que llevan muchos años trabajando en ese sector y no admiten que uno compita por la basura del lugar.
¿Hay mucho riesgo en la calle?
Sí. El oficio es competido y hay personas que se han tomado un sector y no quieren que nadie se les meta a sus predios. La calle es muy peligrosa. Hay muchas zonas a donde uno no puede entrar.
¿Le gustaría cambiar de oficio?
Yo quiero este oficio. Pero me gustaría dedicarme a enseñarle a la gente a reciclar desde la casa para que obtengan el beneficio en la tarifa de aseo.
¿Qué hace con su hija los días festivos o cuando no va a trabajar?
Permanecemos en la casa porque uno sin plata para dónde se va a ir.
¿Qué le gustaría que fuera su hija cuando sea grande?
Me gustaría verla como ingeniera ambiental. Pero ella, aunque apenas tiene 11 años, dice que le gustaría irse para La Marina. Le pido a Dios que me dé con qué educarla bien y sacarla adelante.
Édmer Tovar Martínez
Editor de Portafolio impreso