Asolada por los retrasos en las obras y por la oposición en casa, el Mundial de Brasil podría ser un punto de inflexión para los megaeventos deportivos, obligando a la Fifa y al Comité Olímpico Internacional (COI) a aceptar ofertas menos ambiciosas para reducir el riesgo del rechazo público.
Descrita por el gobierno brasileño como “la Copa de todas las Copas”, el torneo se inauguró el jueves en un contexto de controversia y preocupación.
Desde los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona, hay un mayor uso de los grandes eventos deportivos para realizar proyectos de infraestructura y para tratar de modernizar las ciudades.
Economistas deportivos y fuentes dentro de la Fifa dicen que Brasil, con costos estimados en 11.300 millones de dólares, ha mostrado tanto los límites como los riesgos de este modelo.
“Creo que estamos en un punto de inflexión en la historia de los megaeventos (...), que terminará en que se reduzcan las ambiciones hacia la infraestructura relacionada con esos eventos”, dijo Wolfgang Maennig, profesor de la Universidad de Hamburgo, especializado en economía deportiva.
Para Maennig, que formó parte del equipo de remo de Alemania que logró el oro olímpico en Seúl 1988, los grandes eventos deportivos se han vuelto tan políticos y controvertidos que se corre el riesgo de perder tanto a los patrocinadores como a países que quieran organizarlos.
En Brasil, que también será el anfitrión de las Olimpíadas del 2016, las protestas y huelgas se han sucedido desde junio del año pasado, cuando los brasileños tomaron las calles para protestar contra la mala calidad de los servicios públicos, entre otros problemas.
“Lo positivo que se saca de Brasil es que hemos aprendido y haremos las cosas de otra forma la próxima vez”, dijo una fuente de la Fifa.
Los patrocinadores, por su parte, se han referido a la investigación de corrupción que rodea a la propuesta de Qatar. Adidas dijo que el debate negativo “no es bueno ni para el fútbol ni para la Fifa y sus socios", y Coca-Cola realizó declaraciones similares.
“En el minuto en el que el fútbol se aparta de las páginas deportivas y llega a las políticas creo que los patrocinadores tienen que preocuparse porque su mensaje está siendo influenciado”, dijo David Carter, director del Sports Business Institute de la University of Southern California.
MENOS AMBICIOSOS
Cambiar la forma en la que se estructuran esos eventos no es fácil. En países fuera de las economías avanzadas y con cultura futbolística, como Gran Bretaña o Alemania, hay que construir estadios y mejorar la infraestructura.
El desafío ahora es cómo hacerlos menos ambiciosos y menos controvertidos sin excluir a países en desarrollo que casi siempre deben invertir grandes sumas para que sus infraestructuras cumplan con los estándares.
RIO DE JANEIRO
REUTERS