Quienes consideran que todo tiene su lado bueno y su lado malo parecen estar en lo cierto. Sucede con el temido estrés, tan común en trabajadores y estudiantes, que de ser un amigo que da alertas para que actúe y se proteja, pasa fácilmente a convertirse en su enemigo y afecta su calidad de vida.
Lo confirma un reciente estudio de la Universidad de California, en Berkeley (Estados Unidos), según el cual “al generar estímulos estresantes de corto tiempo en ratas, mejoraban su actividad mental, estaban alerta y aumentaban la producción de glucocorticoides, y con ellos de neuronas en el hipocampo, encargado de aspectos como la memoria”.
La conclusión de Daniela Kaufer, profesora asociada de Biología y autora del estudio, es que “los episodios de estrés intermitente son probablemente los que hacen que el cerebro esté más alerta, y tú desempeñas mejor una labor cuando estás alerta”.
Pero, ese es el lado bueno del estrés, considerado “la respuesta automática y natural del cuerpo ante las situaciones que nos resultan amenazadoras o desafiantes, internas (como virus, bacterias, sedentarismo) y externas (laborales o familiares)”, señala la doctora María Amelia Bueno, del Servicio de medicina, mente y cuerpo del Centro Médico Imbanaco de Cali.
Denominado eustrés (buen estrés) es necesario para vivir. Pero mucho de eso no es bueno. “Suelen verse las consecuencias con frecuencia en empleados que trabajan largas jornadas o tienen muchas obligaciones, no saben delegar y vuelven su vida (incluida la familiar) un desastre”, agrega Bueno, médica ayurvédica.
Ese extremo se conoce como distrés (estrés malo), que para el doctor Enrique Melgarejo, médico cardiólogo, es realmente nocivo. “El primero nos obliga a ser cumplidos, a hacer las cosas bien, a tener autoexigencia. El otro, común en personas demasiado perfeccionistas, obsesivas o tiranas, repercute en la salud en general (causa insomnio, angustia, depresión, irritabilidad entre otros males)”.
Una consecuencia grave es que ese distrés, sinónimo de hostilidad e ira, afecta el aspecto cardiovascular. Según la doctora Bueno, “cuando hay estímulos estresantes el cuerpo reacciona activando el sistema nervioso simpático y el endocrino de manera permanente; como resultado, aumentan la presión arterial, la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria, la secreción de ácidos gástricos y la contracción muscular”.
Dicho en otras palabras, hay mayor riesgo de hipertensión, mareos, sensación de que se ahoga o le falta el aire, calambres y espasmos musculares.
“Con el distrés, el sistema endocrino se afecta a nivel del eje principal, denominado eje hipotálamo-hipofisiario, generando un aumento en los niveles de cortisol y de adrenalina. El incremento crónico de estas dos hormonas puede generar más cantidad de azúcar en la sangre, inmunosupresión, osteoporosis, envejecimiento prematuro, entre otras consecuencias”, agrega la especialista del Centro Médico Imbanaco.
Si bien hay una relación clara con el tipo de personalidad y que incrementa el riesgo en los llamados ‘fosforitos’, que explotan por todo, influyen también los estilos de vida. Si hay equilibrio, todo marcha mejor.
“Hay que alimentarse de manera adecuada, mejorar el consumo de frutas, verduras y cereales integrales. También es importante comer a horarios fijos, dormir lo suficiente y sacar tiempo para la actividad física y el ocio. Por último, calmar la mente y alimentar la espiritualidad. Se puede iniciar con ejercicios como el yoga o el Qi kung, o realizar meditaciones”, aconseja Bueno.
APRENDA A DELEGAR, A ORGANIZARSE Y NO ‘SE ENCIENDA’
Una de las causas de estrés de los trabajadores es que “el tiempo no alcanza” y, según el doctor Enrique Melgarejo, médico cardiólogo, es fundamental saber manejar este tema para evitar ir del eustrés al distrés.
Sugiere “aprender a decir no, a delegar, a no atiborrase de trabajo ni llevarlo para la casa. Siempre busque un espacio y un tiempo para la familia y para usted mismo. Esto lo reconforta y a ellos también. Se lo agradecerán”, precisa.
Y llega un momento en el que hay que consultar. Este, dice la doctora María Amelia Bueno, se da cuando “hay una sensación extrema de estrés, cansancio o debilidad asociada a los síntomas como calambres, dolores, insomnio y otros. No pase por alto estos síntomas, ya que al no ser tratados pueden terminar en enfermedades más graves. Se ha asociado incluso el cáncer a altos niveles de estrés. Hay muchos especialistas y áreas de la salud, y entre ellas la medicina complementaria y alternativa que tienen tratamientos y enseñan técnicas para el manejo del distrés”.