Los viajes largos incrementan las posibilidades de sufrir una trombosis, lo que se conoce coloquialmente como el síndrome de la clase turista. Este síndrome aparece cuando se permanece inmóvil en lugares reducidos que limitan el movimiento durante periodos prolongados.
Esto produce una dificultad de retorno de la sangre al corazón y fuerza su acumulación en las venas de las piernas, según detalla la Fundación Española del Corazón.
“Aunque el síndrome puede darse en trenes, autobuses o coches, suele ser más habitual en los aviones, debido a la disminución relativa de la presión barométrica y a la baja humedad que presentan”, destaca esta entidad.
“Pero los viajes virtuales, que implican navegar por Internet durante horas sin moverse del asiento, también pueden tener consecuencias similares”, según indican fuentes de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular (Seacv).
“La inmovilidad, el reposo prolongado y la compresión de estructuras venosas están relacionados con la aparición de trombosis. Estos mecanismos son los que se implican también en las trombosis que tienen que ver con los viajes”, comenta Fidel Fernández Quesada, profesor de Cirugía de la Universidad de Granada y vicepresidente del Capítulo de Flebología y Linfología de la Seacv.
TROMBOSIS EN UNO DE CADA 5.000 VUELOS
El experto indica que la trombosis ocurre cuando aparece un coágulo fuera de lugar. “Cuando nos hacemos una herida, la sangre sale por la zona que ha perdido la integridad, pero hay unos mecanismos (cascada de la coagulación) que se activan para detener la hemorragia. Si esto se produce fuera del mecanismo normal, o en otro lugar, por ejemplo, en el interior de las venas, hablamos de trombosis venosa”, apunta.
El riesgo de sufrir una trombosis se estima en uno de cada 4.000 o 5.000 vuelos de larga distancia, recuerda el doctor Fernández Quesada, que cita datos de la Organización Mundial de la Salud.
Según indican los especialistas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, las probabilidades de presentar una trombosis durante un viaje son bajas. No obstante, dichas probabilidades aumentan si la duración del viaje es superior a cuatro horas o si el viajero tiene otros factores de riesgo de trombosis.
En este sentido, el doctor Fernández Quesada manifiesta que hay una serie de situaciones que aumentan el riesgo en pacientes susceptibles. Es el caso de aquellos “que han sufrido una trombosis previa, están convalecientes de una cirugía o de una enfermedad reciente y quienes padecen una alteración genética o adquirida que predispone a la trombosis (trombofilias familiares, procesos oncológicos, algunos fármacos, embarazo o uso de tratamientos hormonales)”, detalla.
EFE