Después de mucho pensar y revivir los momentos que hicieron de mis dos años en Wharton los mejores de mi vida, concluí que lo que sintetiza mi experiencia y las anécdotas que recuerdo, son las stretch experiences.
Cuando llegué a Wharton quise sacarle el mayor provecho a esta experiencia. Sabía
que cada minuto contaba y que cada día representaba nuevos aprendizajes. Con esa
mentalidad y motivada por las infinitas oportunidades disponibles en la universidad,
aprendí a jugar hockey sobre hielo y me uní a un equipo que no ganó ningún partido
durante la temporada.
Practiqué y bailé Bollywood y Bhangra frente a 800 personas. Como presidenta del
Club de Latinos de Wharton, que cuenta con más de 300 miembros, practiqué las
lecciones de liderazgo que aprendí en clase y aumenté mi red de contactos, cuando
participé en la organización de un encuentro de estudiantes latinos que cursaban su
MBA en Estados Unidos.
Tomé una clase en Etiopía. Realicé un viaje a Japón con 140 de mis compañeros y también visité China, Kenya y Guatemala. Lideré dos viajes a Colombia, en el que más de 70 extranjeros visitaron Bogotá, Medellín, Cartagena, Santa Marta y el Eje Cafetero. Sin embargo, viví una de las experiencias más retadoras cuando hice trekking en Alaska por nueve días. La lista de las strech experiences es larga y es la que hizo de estos años algo tan estimulante y gratificante.
Mi MBA me hizo una mejor persona, me dio la fuerza y la red de apoyo que necesitaba
para superar mis miedos.
Paula Mejía
MBA 2016
Consultora de Bain & Co. en Ciudad de México.
(Línea editorial: Alejandra corredor
Periodista: Alejandra Corredor
Consultora en educación
info@acorredor.com)
