Hace 200 años, un grupo de jóvenes militares y sus increíblemente fieles tropas, nos daban una de las lecciones de emprendimiento más grandes que podemos recibir: que una empresa no se hace en un año y que solo se puede liderar aquello que inspira a los demás.
Continuamente nos confundimos con las dos fechas de la independencia de Colombia, pese a que están perfectamente dispuestas para que cada año recordemos y celebremos las hazañas que se vivieron: el 20 de julio de 1810, un grupo de personas dieron el Grito de Independencia, y solo hasta el 7 de agosto de 1819, se logró vencer a los españoles.
Y digo vencerlos, porque no fue ese gesto de independencia o emancipación, el fin del proceso, sino el comienzo de la consolidación del sueño por el que se luchó.
La idea que se venia gestando en el alma de los colombianos por muchos años, y algo tenía que pasar para que pudiera llevar a un grito que comenzará un maravilloso proceso de emprendimiento que nos llena de lecciones, que se demoró más de 9 años en llevarse a cabo, dejando en nuestra memoria, un claro mensaje a todos aquellos que comienzan a hacer empresa: las cosas se demoran, cuestan, son difíciles y requieren de muchas personas más.
Cuenta la historia que, en la Batalla del Pantano de Vargas, incluso Bolívar, parecía haberse rendido, y fue entonces cuando uno de sus seguidores, el Coronel Rondón, siguiendo el sueño que todos querían, un acto inesperado, salvó la patria.
Hoy, 200 años después, no solo comprendemos que hacer una empresa es una gesta impresionante, que nos hace pasar por momentos tan duros como el páramo de Pisba, tan excitantes como Carabobo, tan impresionantes como el Pantano y tan significativos, que un puente simboliza la derrota de pasado y el comienzo de un futuro, sino que esos 9 años, fueron el comienzo de un proyecto que lleva 200 años, con un listado casi interminable de retos y dificultades, y uno quizá diez veces más largo, de logros y satisfacciones.
Nuestro país es una empresa, que suma las empresas de miles y los sueños de millones que, por cientos de años, nos hemos propuesto un grito que quiere cambiar al mundo y hemos luchado por ello hasta lograrlo, para seguir trabajando día a día, de sol a sol, no solo para una empresa, sino para los sueños de cada persona que la toca, satisfaciendo consumidores, desarrollando a nuestros colaboradores, aportando al país y a nuestras familias.
Ser colombiano es ser emprendedor, porque en comenzar cada día con un grito en la garganta, con una lucha de independencia continua y con la claridad que debemos trabajar cada día, para que ese proyecto nuestro y este proyecto de todos sea una realidad para nosotros y nuestros hijos, pese a que muchos nos digan en documentos en idiomas extranjeros que somos inviables, y que los hechos los han hecho retirar sus palabras en silencio.
Por eso, esos fundadores de la patria, hoy nos miran desde sus tumbas y satisfechos nos recuerdan esa frase que retumbo en El Cerrito: Salve pues usted la patria. Por eso orgullosamente digo: Feliz día mi tierra, mi gente, mi país, mi patria, mi nación; esta empresa donde tengo acciones, y hago acciones para ella cada día.
Camilo Herrera Mora
Presidente, junta directiva de Raddar