Nada es más perjudicial e insulso que escuchar las bravuconadas de altos funcionarios del estado o, en general, de todos aquellos personajes con audiencia en la opinión pública, ya sea que provengan de la política, la academia, la cultura o de las redes sociales.
En todos los idiomas existen expresiones que muestran la desesperación e impotencia frente a los que ejercen la calumnia y la diatriba. Los franceses: tais-toi. Los anglófonos: Shut up y así también en ruso, portugués, chino o en cualquier otra lengua, hasta llegar al ya conocido: ‘Cállate ya’ del rey de España a un mandatario suramericano.
Propongo una semana de receso en la violencia verbal, incluido un voto de silencio por parte de todos aquellos que agreden con el lenguaje la verdad y la conciencia. Para los hacedores intelectuales de la violencia y los enemigos del diálogo y la paz.
Que se callen presidentes, jefes de estado y los políticos, quienes para su supervivencia creen necesitar del insulto, el dicterio y la descalificación de todos aquellos que les hacen sombra. Además, que manden de vacaciones durante esas misma semana a sus equipos asesores de comunicaciones y, especialmente, a sus maquiavélicos jefes de prensa.
Que se callen aquellos periodistas que creen que ejercer su oficio es promover con sus titulares y análisis con sesgos ideológicos o simplemente al servicio de sus empleadores, los enfrentamientos entre las personas y las instituciones. Que dejen de visitar por esos días el averno. Estoy absolutamente seguro que será sano para limpiar su salud mental y volverán renovados, más ecuánimes, más tranquilos...
Que se callen los ‘influencer’. Los contratados en las ‘bodegas’ y en general, todos aquellos que publican o reproducen sus mensajes de odio. Que se callen los áulicos de la violencia y, en el entretanto, hagan un propósito de enmienda y apliquen eso de lo que saben tanto en sus culturas mafiosas: ‘La ley de la Omerta’.
Que se callen los mendaces, los hipócritas, los violentos. Mejor dicho que se callen todos aquellos que promueven la muerte, la tristeza y la desesperanza. ¿No les parece suficiente la terrible sumatoria de las tragedias recientes que nos condenaron al oscurantismo como en la edad media?
Cuenta la leyenda y la mitología Griega, como cuando la desobediente e indolente Pandora abrió el regalo que había sido enviado en una caja cerrada por Zeus a Epimeteo, al levantar la tapa escaparon todas las desgracias y males que podían afectar al hombre y se extendieron por el mundo. Lo único que no escapó fue la Esperanza que quedó atrapada en el fondo de la caja.
Propongo que se abra de nuevo la caja de Pandora para liberar la esperanza y en, el entretanto, encerrar en ella, solo durante una semana, a todos aquellos áulicos de la palabra que se convirtieron en los mensajeros y los adalides de la desesperanza.
GERMÁN UMAÑA MENDOZA
Profesor