MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Miguel Gómez Martínez
columnista

Color de hormiga

Todo está dado para que el gobierno utilice el poder y el presupuesto para lograr un triunfo que legitime un acuerdo que cada día convence menos.

Miguel Gómez Martínez
POR:
Miguel Gómez Martínez

A pesar de la autocomplacencia del gobierno, la situación económica se está poniendo color de hormiga. La inflación no cede (9 por ciento); el déficit comercial se mantiene, pese a la devaluación y la caída de las importaciones; la inversión disminuye (-4,8 por ciento en el primer trimestre); la inversión extranjera cayó 26 por ciento; el petróleo muestra de nuevo señales de debilidad, luego del respiro de los meses anteriores; las ventas de vehículos y bienes durables están muy débiles; la agricultura, olvidada por el Gobierno, no sale de su crisis, y la reforma tributaria que se anuncia ha terminado por paralizar la toma de decisiones en muchos sectores. Lo único que aumenta (+974 millones de dólares en el primer trimestre) es la inversión de los colombianos… en el exterior.

A nivel mundial, la economía china confirma su debilidad, Europa boqueando y Estados Unidos en una coyuntura preelectoral que no ayuda. Los vecinos están graves: Venezuela, como dicen los jóvenes “en la inmunda”, Ecuador con una recesión preocupante, Brasil en crisis sin salida, y Argentina todavía destapando los horrores del kirchnerismo. Solo Perú muestra resultados interesantes, pues hace la tarea con juicio.
Ni Chile brilla, ya que el segundo mandato de Bachelet ha sido un desastre.

Pero lo peor está por venir. El gobierno está dispuesto a comprar el resultado del plebiscito, así sea dejando el tema fiscal en el rojo profundo. Las escandalosas imágenes del Ministro de Hacienda hace algunas semanas –con lista en mano–, entregando recursos de las regalías en Cundinamarca a los alcaldes y pidiendo apoyo por el sí, confirman que la prudencia fiscal no existe.

La mermelada rodará a chorros porque el gobierno quiere no solo ganar, sino aplastar al no. Para ello requiere que los parlamentarios se movilicen, y no lo harán sin mucho dinero. Gaviria se asegurará de conseguir que los aportes económicos sean efectivos como lo hizo entre la primera y segunda vuelta de la elección presidencial. Gremios, medios, alcaldes, gobernadores, publicidad, contratos, empleos temporales, registradores, organismos internacionales, presiones de las Farc en las zonas rurales, se van alineando para que el gobierno tenga las cartas a su favor. Todo está dado para que el gobierno, sin límites ni vergüenza utilice el poder y el presupuesto para lograr un triunfo que legitime un acuerdo que cada día convence menos.

Mientras tanto, las calificadoras de riesgo se han dado cuenta de los nubarrones y lanzan señales de alerta bajando las perspectivas. Si el petróleo desciende por debajo de 35 dólares, el escenario de perder el grado de inversión aparecería en el horizonte. Los inversionistas internacionales tendrían que recomponer sus portafolios saliendo a vender títulos de deuda colombianos y castigando sus precios. Incluso la prensa, más dócil que nunca, se atreve a criticar la flojera del gobierno en el manejo de temas como el paro camionero, los asuntos de corrupción en La Guajira y Córdoba, y el aumento de la extorsión en las zonas en donde la guerrilla era activa antes de la Seguridad Democrática.

Mientras el gobierno hace abiertamente política con el dinero público, la situación económica se deteriora. Las tasas de interés seguirán subiendo, esperando a que aumenten los impuestos para cubrir el derroche –cada día más descontrolado– de un gobierno que cree que todo se compra.

Miguel Gómez Martínez
Asesor económico y empresarial
migomahu@hotmail.com

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