Conocí a José Alejandro Cortes cuando en 1970 participaba, como miembro, en la Junta Directiva de la Andi en Bogotá y se estaba recuperando de la enfermedad de Guillain Barré, que lo tuvo postrado por más de un año y solo logro superarla gracias a su tenacidad, virtud que lo ha distinguido en todos los actos de su vida. Esta circunstancia me permitió seguir por más de cincuenta años su trayectoria vital, la cual lo hace un empresario ejemplar, cuya vida debe ser conocida por todos los colombianos.
Por eso está muy bien que la periodista Alejandra de Vengochea, en un testimonio profundamente conmovedor y honesto, haya recogido en el libro “Se vale ser bueno”, a través de varias conversaciones, los principios rectores – respeto, equidad, honestidad, disciplina y entusiasmo, alegría y buen humor – que han distinguido su vida.
Sobre cada uno de estos “principios”, que van de lo familiar a lo empresarial, se podrían hacer variadas consideraciones, pero en este artículo quiero destacar una de las virtudes de José Alejo y fue su preocupación por el futuro del desarrollo del país. El ha estado convencido de que nada sirve de ser un buen empresario y que las empresas mejoren, si las condiciones políticas, económicas y sociales del país no son buenas.
Para propiciar estas condiciones no basta la creación de gremios, que se orientan a defender los intereses inmediatos de las empresas, sino la creación de centros de pensamiento (think tank) independientes que piensan en el largo plazo, con base en una profunda y madura reflexión intelectual.Por esta razón a lo largo de su vida ha propiciado la creación y fortalecimiento de centros de pensamiento e iniciativas en favor de la justicia (Corporación Excelencia de la Justicia), educación (Fundación Empresarios por le Educación), competitividad y productividad (Consejo Privado de Competitividad), la democracia pluralista (Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga), el desarrollo de Bogotá y Cundinamarca (ProBogotá), política económica y social (Fedesarrollo) y la libertad de expresión ( Premio Simón Bolívar), entre otros.
Ante los estragos que dejo el Covid 19, como lo sostiene Ricardo Ávila, en reciente artículo titulado ¿Lo mismo de antes?, varios analistas insisten, que más allá de la reactivación actual, América Latina necesita reescribir su contrato social si quiere evitarse grandes dolores de cabeza en el futuro. ¿Frente a esta situación no sería oportuno que los anteriores centros de pensamiento formaran un gran equipo para elaborar una propuesta de un nuevo contrato social, en donde se pregunten donde queremos estar en 20 o 30 años y señalen el camino a seguir?
Manuel José Cárdenas
Consultor internacional