Le he escuchado a varias personas en los últimos días que se fue la pandemia y que volvimos a lo mismo. Que estamos igual que antes, pero más pobres.
No lo creo. Considero que todo lo que ha ocurrido desde que empezó el confinamiento obligatorio en marzo del año pasado, para hacerle frente a la covid-19, nos ha traído más consciencia de quienes somos y el papel que cumplimos en nuestra sociedad y en el planeta. Y que en la mayoría de los casos, esa mayor consciencia es para bien, para ser más solidarios y competentes en la vida social, teniendo en cuenta, entre otros, los temas del medio ambiente.
Fue a Carlos Lemoin, nuestro sabio matemático y encuestador, a quién hace años le escuché por primera vez el concepto de “ciudadanos competentes”. Lo entendí como ciudadanos empoderados de su vida, de sus necesidades y responsabilidades, pero no como seres solitarios, sino sociales. Los que contribuyen al desarrollo social de manera positiva y coherente. Son competentes para la sociedad y la democracia.
Pues eso es lo que percibo hoy en esta etapa final del confinamiento. La pandemia no ha terminado, pero ya se siente con fuerza la reactivación económica. Hace poco le pregunté a un amigo empresario, gerente de una de las empresas emblemáticas y más queridas de Colombia, con más de 6 mil empleados en el país y presencia en varias naciones de la región, que hoy su empresa como estaba respecto a dos años atrás.
Reflexionó en silencio un momento y me dijo: En muchos aspectos claves, estamos mejor. Me habló de lo duro que fueron estos meses, de cómo se gastaron los ahorros de 50 años, pero de cómo han renacido con una estructura administrativa y gerencial más flexible y eficaz, una digitalización creciente y efectiva, una consciencia clara de la agenda ambiental de Colombia y el mundo y de acciones que ya emprendieron en este frente y, lo más importante, según su relato, de una cohesión fuerte y madura con los empleados gracias a que muchas iniciativas implementadas para seguir a flote como empresa, fueron conjuntas y hubo aportes y sacrificios tanto de la administración como de los trabajadores. Incluso me dijo que hoy se consideran una gran familia, mucho más unida que antes de la pandemia.
Me pareció que lo que decía eran palabras mayores e imagino que esta historia se repite en muchas empresas de Colombia. No puede ser de otra manera. Es un hecho que las grandes transformaciones, en todos los frentes, ocurren después de situaciones desafiantes y complejas.
Pero también es cierto, que esa ‘nueva normalidad’ no llegará sola, hay que construirla. Y esto es responsabilidad de todos: en la familia, en el trabajo, en vida privada y social. Cuanta mayor consciencia o entendimiento de la realidad actual del país y del planeta tengamos, depende de cada cual. Pero hay muchas acciones y ejemplos de la vida real que inspiran. Nuestro compromiso es con el cambio y la transformación positiva.
RICARDO SANTAMARÍA
Analista