Si bien los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza (reunidos bajo la sigla ASG) se relacionan, principalmente, con asuntos relativos a la responsabilidad social corporativa y sostenibilidad y responsabilidad corporativa, también están estrechamente relacionados con terminologías propias del llamado “movimiento por la inversión basada en valores”.
El que no exista una enunciación específica de ASG hace común su uso en contextos y discusiones relacionadas con finanzas sostenibles o inversión de impacto, por ejemplo.
Sin embargo, vale la pena tomar la definición de la profesora Amelia Miazad, de la Universidad de Berkeley, en California, quien señala que ASG es “el proceso de gestión y gobernanza de riesgos sociales y ambientales”, considerando como base la teoría del capitalismo consciente o capitalismo de los ‘stakeholders’, contrario al llamado capitalismo de los accionistas, es decir, aquel en el cual el propósito y la función social de las personas jurídicas es la maximización exclusiva de réditos de capital.
La pregunta que surge es: ¿cuál es (o debería ser) la posición de las empresas frente a ASG?
Para Guillermo Tejeiro, director del equipo de ambiente y negocios sostenibles y colíder del equipo de ASG e Impacto en Brigard Urrutia, “quienes acudimos a la facultad de derecho o tuvimos la oportunidad de estudiar Administración de Empresas o Finanzas aprendimos que el propósito de una empresa es el de maximizar las utilidades, respetando los mandatos de los accionistas y generado, por esa vía, bienestar general para la sociedad”.
El tema ha sido centro de discusión por parte de diversos autores, como Klaus Schwab, quien dedica su más reciente libro al asunto haciendo referencia a la “vinculación con todos los ‘stakeholders’ del negocio y la conexión con la creación sostenible de valor extraordinario para la sociedad en su conjunto”.
“Ese es, precisamente, el tema del que nos ocupamos actualmente cuando hablamos del propósito social de las compañías y de cómo se llevan a buen puerto las iniciativas de impacto positivo que promovidas desde el Gobierno Corporativo consciente”, dice Tejeiro.
Considerando lo anterior, el principal reto de ASG es generar valor mensurable, demostrable y verificable.
“En las métricas y la data de ASG encontramos varios de los principales desafíos con los que hoy nos enfrentamos como usuarios del discurso y convencidos de su potencial para cambiar nuestra sociedad en su conjunto —afirma Guillermo Tejeiro—.
En otras palabras, la agenda de ASG va más allá del ‘greenwashing’ y requiere de profesionales que, realmente, entiendan la complejidad y profundidad de las discusiones propias que se dan en el contexto de un discurso de desarrollo, que es lo que discutimos quienes trabajamos estos temas desde diversas ópticas”.

Luis Gabriel Morcillo, socio del equipo de Mercado de Capitales y co-líder del equipo de ASG e Impacto en Brigard Urrutia. / Foto: Brigard Urrutia
Luis Gabriel Morcillo, socio del equipo de Mercado de Capitales y co-líder del equipo de ASG e Impacto en Brigard Urrutia. / Foto: Brigard Urrutia

Guillermo Tejeiro, director del equipo de ambiente y negocios sostenibles y co-líder del equipo de ASG e Impacto en Brigard Urrutia. / Foto: Brigard Urrutia
Guillermo Tejeiro, director del equipo de ambiente y negocios sostenibles y co-líder del equipo de ASG e Impacto en Brigard Urrutia. / Foto: Brigard Urrutia
Invertir para que todos ganen
Uno de los aspectos más llamativos de ASG es la denominada “Inversión de Impacto”, la cual, de acuerdo con Luis Gabriel Morcillo, socio del equipo de Mercado de Capitales y co-líder del equipo de ASG e Impacto en Brigard Urrutia, no es otra cosa que “la inversión de recursos económicos, principalmente privados, con el objetivo de generar un impacto positivo en la mejora de la calidad de vida de sectores menos favorecidos”.
Gracias a lo anterior se fortalecen, en especial, los aspectos sociales y ambientales del entorno, sin excluir la persecución de retornos financieros o económicos.
Y si bien nuestro país carece de una regulación uniforme, “actualmente, existen cuatro mecanismos comunes para canalizar Inversión de Impacto: fondos de inversión de impacto, contratos por resultados (también conocidos como BIS-Bonos de Impacto Social), bonos emitidos en el mercado público de valores bajo el certificado de ser sostenibles, verdes o sociales, y mecanismos de asociación alternativos llamados ‘blended finance’, es decir, la unión de recursos públicos y privados para desarrollar proyectos sostenibles y sociales”, dice Morcillo.
El abogado también hace énfasis en que si bien Colombia cuenta con diversos actores en el mundo de la inversión, sin duda los más importantes son los institucionales (fondos de pensiones) y los privados.
“Son estos a quienes se deben dirigir los proyectos de reforma normativa para fomentar la Inversión de Impacto, ya que tienen la capacidad de mover sumas de dinero que generan un diferencial social y transformador en el capitalismo de ‘stakeholders’”, indica Luis Gabriel Morcillo.
Con este fin, el pasado 26 de abril la Superintendencia Financiera de Colombia (SFC) expidió la Circular 007 de 2021, que reglamenta el Decreto 1393 de 2020 y establece las políticas de inversión que las entidades mencionadas deben incorporar, de manera transversal, en sus lineamientos de inversión de recursos de asegurados, pensionados y ahorradores.
Dichos criterios específicos se relacionan con alcanzar retornos sociales, identificar y mitigar los riesgos y la gestión de asuntos ambientales y de Gobierno Corporativo.
“Igualmente, se dará un gran paso para establecer estas medidas y habrá un punto de referencia para que diversos actores incorporen la Inversión de Impacto dentro de sus portafolios, más allá de la anteriormente llamada Responsabilidad Social Empresarial”, agrega el socio de Brigard Urrutia.
Una agenda con derecho
Ahora bien, ¿cómo se conecta esta discusión con el contexto actual y cómo aportan los abogados a la misma? Guillermo Tejeiro manifiesta al respecto que “la agenda de ASG tiene un papel relevante en el esfuerzo de recuperación verde, considerando el contexto del modelo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha decidido promover y que se basa en la innovación y la aplicación de mandatos de política económica ambiental y socialmente responsable”.
Y agrega: “Es claro para nosotros que, si queremos enfrentar y superar la crisis social, climática y ecosistémica que enfrentamos, vamos a requerir del esfuerzo de toda la sociedad. El derrotero de ASG es muy amplio y significa, para nuestro país y la región, la oportunidad de cumplir con la ‘Agenda 2030’.
Entonces, los abogados tenemos un papel fundamental para fomentar, promover y guiar a las organizaciones hacia modelos de negocios más conectados con el propósito del valor extraordinario”.
Así lo demuestra la creciente preocupación de los clientes de Brigard Urrutia, quienes en su trasegar hacia la sostenibilidad requieren de expertos que los ayuden a navegar el “océano” de normas vinculantes y no vinculantes, estándares y buenas prácticas que componen el universo de ASG.