De familia campesina, con cinco hermanos y dos hermanas, de padre minero y de una madre que le enseñó a tocar el tiple a muy corta edad, Juan Manuel Guerrero Guerrero entendió muy rápido que su vida iba a estar más marcada por la música que por la minería tradicional que ejercía por necesidad.
A los dos años llegó a California, municipio minero del departamento de Santander, a 51 kilómetros de Bucaramanga, donde encontró el amor por las notas de los instrumentos de cuerdas y por esa tierra colmada de paisajes, de topografía ondulada y quebrada, y rica en minerales.
Tras terminar su bachillerato estudió enfermería, pero la composición y la poesía estuvieron desde siempre presentes en su vida, y a los 16 años escribió su primera canción.
“Yo me dedico a hacer música para que podamos bailar y disfrutar, pero sobre todo llevando mensajes positivos, porque la música no es solamente para que una tarima sea un medio de diversión, sino que sirva para educar, porque así ayudamos a construir paz y ese es mi lema”, afirma Juan Manuel.
Inspirado en los campesinos, en los mineros, en las tradiciones y la gente de Soto Norte compone y graba carranga para llevar su mensaje a través de las seis producciones musicales que ya completó con la agrupación ‘Juan Guerrero y el son moderno’.
La influencia de la música en su familia es notoria, puesto que varios de sus hermanos, por pasatiempo, tocan guitarra, mientras que sus sobrinos hoy integran una agrupación muy conocida que representa a su región en eventos nacionales y que se llama ‘El sol de la loma’.
Juan dice que es imposible quedarse sin argumentos ni inspiración para componer. Les hace canciones a las vivencias, porque afirma que este género le permite contar historias de la gente, sobre el medio ambiente, a las mujeres, a la minería y a la problemática social que ha sufrido su territorio y a su entorno en general.
Al recordar esto, Juan Manuel enfatiza que han sido abandonados por el Estado y que eso, justamente, permitió que fueran golpeados por la violencia. Esa compleja situación, entre 1997 y 2002, hizo que nacieran otras canciones en las que se reflejaban esos días difíciles, pero así mismo la valentía, la unión y el rechazo generalizado de su pueblo hacia los grupos al margen de la ley, que los llevó a recuperar la tranquilidad y la paz que siempre han reinado en esta región.
El Sol de la Loma
“Tenemos agua, tenemos oro y para mi la riqueza son las personas, los niños que están esperando, soñando, queriendo ser grandes, queriendo ser profesionales, entrar en una universidad, queriendo tener una oportunidad”, afirma Juan Guerrero cuando conversa sobre el programa musical que lidera y cuando se refiere a la riqueza minera de California.
De esta manera, hace unos ocho años, decidió enseñarles a los niños y dio el paso que lo condujo a abrir una escuela, que contó con el apoyo de las compañías mineras (en especial de Minesa) que, para él, llegaron a California como una esperanza de desarrollo y que valoraron esta iniciativa.
Esto permitió el pago de profesores, el desplazamiento a diferentes rincones de la región, la compra de instrumentos musicales y el patrocinio de eventos, que hoy ya tienen a más de 1.323 niños, jóvenes y adultos entre bambucos, pasillos, rumbas criollas, música colombiana y, obviamente, carranga.
Con ese aporte, además, se facilitó la conformación de unas 15 agrupaciones de niños y otras de jóvenes, donde se destacan ‘El sol de la loma’, ‘Los hermanos Navas’, ‘Generación 19’ y ‘Oro carranguero’, que cada día gozan de mayor reconocimiento.
Así, el proyecto denominado ‘Mi música, mi tradición’, que gestiona Minesa bajo la coordinación de Guerrero, los llevó a todos los municipios de la provincia de Soto, con el fin de rescatar los valores culturales de esta tierra, unir a las familias, lograr que los menores de edad tuvieran un mejor uso del tiempo libre e incentivarles su talento, al tiempo que involucraron a los adultos en sus programas de formación musical, independientemente de su nivel de conocimiento.
Pero pese a esa ayuda decidida de las empresas mineras, Juan Manuel señala que si el Estado los está invitando a dejar la minería tradicional, que llevan pegada a la piel, también debería proporcionar las condiciones para que al que le gusta tocar la guitarra encuentre el camino y sea apoyado.
“Aspiramos a que en algún momento el Estado nos ayude y vivimos muy preocupados por eso, porque necesitamos que nos ayuden y que los niños de Soto Norte tengan ese respaldo. Si la Alcaldía de Bucaramanga requiere de músicos o si ven algún espacio, pues que nos miren a nosotros, porque ya contamos con grupos que pueden llevar una muestra cultural inmensa”, explica Guerrero.
Igualmente, para este artista, ese apoyo y presencia estatal debe consistir en mayor educación y en impulsar al municipio como destino turístico o con una universidad para que les depare un mejor futuro.
Y mientras eso sucede, Juan Manuel Guerrero sigue luchando porque se cumplan sus sueños de ver llegar el progreso a California, con buenos índices de empleo, excelentes vías de acceso, con acceso a la educación, con una industria que seduzca al turismo, y en lo personal seguir rompiendo barreras y fronteras con su música.
Frente al tema minero, asegura que después de todos esos cambios que ha tenido la ley, los únicos que podrían entrar a responderles a las instituciones ambientales y a las demás entidades son las empresas mineras con su tecnología y que para él realmente representan la esperanza de futuro.
“La carranga es un género que ha sido netamente colombiano y los artistas no se han dedicado a expandirla por el mundo como hizo Carlos Vives con el vallenato. Así mismo quiero que nuestra fundación se extienda, porque tenemos una responsabilidad muy grande y es la de ser pioneros en la formación de los niños. Cuando a ellos se les lleva el arte, eso transforma el mundo”.