MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Salomón Kassin Tesone
columnista

Contrastes

El caso de UBER es un ejemplo de la incapacidad del Estado colombiano de legislar para adecuar sus normas a los rápidos cam bios del entorno. 

Salomón Kassin Tesone
POR:
Salomón Kassin Tesone

Alemania registró en el año 2019 por cuarto año consecutivo, un superávit en su balanza comercial de 267 billones de dólares, cifra que es la más alta de País alguno.
Asimismo, el índice DAX 30 que lo componen las acciones de las compañías líderes alemanas, entre otras: Allianz, BASF, DHL, SAP y VW, está marcando su valor histórico más alto.

En una entrevista al Financial Times (FT) en días pasados, Angela Merkel manifiesta su preocupación de que, en un futuro, la revolución digital pase por encima de Alemania, y que las compañías que permitieron el milagro alemán de la postguerra se conviertan en una “línea de ensamble glorificada, pues no es suficiente meramente vender productos. Se requiere desarrollar productos desde los datos que surgen de los mismos”.

Asimismo, Carsten Brzeski, economista jefe del ING manifiesta que: “los próximos 20 años van a estar dominados por el e-commerce, el internet de las cosas y la inteligencia artificial. En todos esos campos Alemania esta relegada”.

Dado que su infraestructura financiera no provee adecuadamente el capital que requiere la industria de la innovación por ser este de alto riesgo, la escala comparativa que han adquirido las compañías de Silicon Valley crean temor de que estas puedan engullir una parte significativa de la industria alemana.

De hecho, hoy la capitalización bursátil de Apple, individualmente, excede la de las 30 compañías que componen el DAX 30.

Contrasta la preocupación del liderazgo alemán con lo que se escucha en Colombia, donde desafortunadamente no se siente el mismo afán ni la misma angustia sobre como los cambios que están dándose afectan el futuro de su economía.

El caso de UBER es un ejemplo de la incapacidad del Estado colombiano de legislar para adecuar sus normas a los rápidos cambios del entorno. Esto tiene como resultado que la tecnología no puede generar la riqueza necesaria para sus ciudadanos.

Las consecuencias de ello son dos: que el país se rezague aun mas con respecto al resto de las naciones, y que los empresarios locales y la inversión extranjera no vean en Colombia un terreno fértil para brindar oportunidades que redunden en una prosperidad futura.

Requerimos de un proceso serio de introspección y de un esfuerzo mancomunado de reflexión sobre que vamos a hacer para que el Estado, (ya no el Gobierno) pueda evolucionar de forma que permita enfrentar los desafíos que trae el cambio tecnológico del siglo XXI.

Salomón Kassin Tesone
Banquero de inversión.
skassint@gmail.com

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