El sorprendente aumento de los precios del petróleo genera efectos encontrados sobre las dos principales variables que afectan las decisiones de política monetaria del Banco de la República en el corto plazo: el crecimiento de la economía y la inflación.
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Por un lado, los mayores precios del petróleo generan un efecto positivo en las expectativas de crecimiento del PIB en el corto plazo, a través de un aumento de los términos de intercambio (relación entre los precios de exportación y de importación del país) y del ingreso nacional. En efecto, el índice de términos de intercambio según comercio exterior ha repuntado notablemente desde el mínimo que registró a comienzos de 2016, cuando los precios del petróleo alcanzaron sus mínimos recientes, y en marzo se ubicaba en niveles que no se observaban desde finales de 2014. Aún no se han reportado los valores para abril y mayo, pero teniendo en cuenta que los precios del petróleo han repuntado con fuerza desde en esos dos meses, lo más probable es que el actual valor de dicho índice sea mayor que el del primer trimestre.
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Por lo anterior, creemos que la nueva proyección de crecimiento del PIB del equipo técnico del Banco para 2019 muestra una mejora sustancial, pasando de 2,7% en 2018 a 3,7%, mientras que nosotros pronosticamos 3,3%. De igual forma, varios analistas han aumentado sus respectivos pronósticos recientemente y llama la atención que algunos codirectores del Banco han mencionado la posibilidad de que la economía crezca incluso 3% en 2017 y 4% en 2019.
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A lo anterior hay que sumarle el hecho de que la economía ya muestra señales más claras de recuperación y que el crecimiento del PIB de 2,2% en el primer trimestre estuvo muy en línea con el pronóstico del Banco de 2,3%. Además, esta última cifra equivale a un crecimiento aún mayor de 2,8% anualizado frente al trimestre previo. También es importante notar que el gasto de los hogares, que es el componente de la demanda con mayor peso en el PIB y el principal determinante de la inflación al consumidor, ha mostrado un repunte importante en los primeros meses del año, pasando de crecer 1,2% en el cuarto trimestre de 2017 a 2,5% en el primero de 2018. Esto es consistente con el mejor desempeño de los índices de confianza del consumidor (ICC) y comercial (ICCO) de Fedesarrollo, que en abril alcanzaron sus niveles más altos desde noviembre de 2015 y agosto de 2016, respectivamente.
Por otro lado, los mayores precios del petróleo también generan un efecto sobre la inflación, que principalmente es a la baja a través de una apreciación de la tasa de cambio, pero que se compensa parcialmente con el aumento de los precios de la gasolina.
Dado que el petróleo es el principal producto de exportación de Colombia, un aumento de su precio genera un mayor flujo de divisas y una apreciación de la tasa de cambio. Sin embargo, el fortalecimiento del peso colombiano en 2018 ha sido moderado: su valor promedio en lo corrido del año se ha fortalecido apenas 3,9% frente al promedio de 2017. Además, sus niveles actuales, que rondan los 2850-2900 pesos por dólar, son muy superiores a los 2200-2300 pesos que se registraron la última vez que el precio del petróleo se encontraba en los niveles actuales. Esto último es el resultado de una serie de factores, entre los que se incluyen la mayor debilidad de las cuentas externas del país con respecto a 2014, el incremento de las tasas de interés de los Bonos del Tesoro de EE. UU., el endurecimiento de las condiciones de financiamiento en dólares y el fortalecimiento generalizado del dólar.
La inflación se ve afectada por movimientos en la tasa de cambio, principalmente a través de los bienes y servicios transables y aquellos con componentes de origen importado. La devaluación que se observó entre 2014 y 2016, impulsada por la caída del precio del petróleo, fue de 50%, lo cual generó importantes presiones al alza sobre la inflación total. Esto contrasta con la moderada apreciación en 2018, según mencionamos previamente, razón por la cual no anticipamos presiones deflacionarias significativas este año.
Finalmente, los mayores precios del petróleo generan presiones al alza sobre la inflación de los combustibles. Los precios de la gasolina en Colombia se fijan mensualmente por medio de una fórmula cuyos principales determinantes son los precios del petróleo y la tasa de cambio. Según la fórmula, un incremento de los precios del petróleo, medidos en pesos, se traduce en un incremento de los precios de la gasolina, pero que no puede superar 1,5% en un solo mes. Además, como la apreciación del peso ha sido moderada, el aumento del precio del petróleo ha sido mucho más notable en pesos que en dólares y su nivel actual supera incluso los altos niveles que se presentaron en el primer semestre de 2014. Esto significa que las presiones al alza en los precios de la gasolina podrían acentuarse.
Según nuestros cálculos, si en cada mes que resta del año el precio de la gasolina aumentara el máximo valor que permite la fórmula, la inflación anual se situaría unos 0,17 puntos por encima de nuestro pronóstico de fin de año: nuestro pronóstico de 3,30% subiría a 3.47%, solamente por este efecto.
En resumen, los efectos al alza sobre las expectativas de crecimiento económico y sobre la inflación de la gasolina, superan significativamente el efecto a la baja sobre la inflación de los bienes y servicios transables y aquellos con componentes de origen importado. De esta manera, creemos que los mayores precios del petróleo inclinan la balanza a favor de que la tasa de intervención del Banco se mantenga inalterada en la reunión de junio y refuerzan nuestra expectativa de estabilidad en lo que resta del año.
Andrés Pardo Amézquita
Director Ejecutivo de Investigaciones Económicas, Corficolombiana