El cierre de la Caja Agraria hacia mediados de 1999 fue una de las decisiones más complejas del Gobierno de ese entonces. Se hizo porque había perdido su razón de ser como instrumento de financiamiento al campo y porque su nivel de pérdidas diarias superaba los $1.200 millones. Simultáneamente, la firma Colvalores se transformó en el Banco Agrario.
La entidad se blindó de tal manera que mínimo el 70% de las colocaciones anuales deberían orientarse al sector agropecuario dado que la banca privada no atendía al sector, siendo este el único banco público de primer piso que quedaba luego de la profunda crisis financiera que afectó a la economía colombiana a finales de los años noventa.
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En los primeros años, la entidad tuvo que sortear tanto la dura prueba jurídica de la transformación de Colvalores en Banco Agrario, como demostrar que estaba cumpliendo su misión de irrigar recursos al campo, máxime que carecía de tecnología para hacerlo eficientemente. La estabilidad por más de seis años del segundo presidente, doctor Jorge Restrepo Palacios, permitió desarrollar un banco en línea, procesos transparentes, con lógica empresarial y con una ecuación costo/beneficio eficiente.
En los años posteriores el Banco Agrario comenzó a desarrollar canales alternos a las oficinas como cajeros automáticos, mediante una alianza estratégica ganadora, desarrolló un modelo propio de Corresponsales Bancarios para localidades sin presencia bancaria, avanzó en el diseño de una banca virtual y dio los primeros pasos en el canal de banca celular. Esto fue clave para atender el convenio de pago de Familias en Acción que superaba los dos millones de personas. Así, el Banco Agrario comenzó a tener características de un banco moderno.
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Sin embargo, el problema de fondo del Banco Agrario ha sido el modelo de crédito porque este no es suficiente, adecuado y oportuno. Los productores rurales siempre expresan su inconformidad con la demora en la aprobación y desembolso de los créditos.
A partir de mediados de 2016 la Alta Dirección del Banco Agrario emprendió con el acompañamiento de Desjardin (Canadá) varias iniciativas para resolver este cuello de botella en el otorgamiento del crédito, tales como Agrobac, Redes Productivas, Agrolisto, asesores móviles con tecnología e internet en campo de cara al productor, Marcos de Referencia Agroeconómicos para distintos productos en todo el país, Oficinas Más Cerca, entre otras acciones que han significado transformación en el modelo de crédito y de atención a los campesinos. Con este nuevo accionar del Banco Agrario le fue posible sobrepasar la colocación de créditos en más de un millón principalmente para pequeños y medianos productores entre 2016 y 2017.
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En junio próximo, el Banco Agrario cumple 20 años de creado, momento propicio para repensar el modelo de gestión del banco, de afinar su visión como banco de desarrollo agropecuario de primer piso, de replantear su modelo de crédito y relacionamiento con los productores del campo y de crear nuevos productos y servicios acordes a las necesidades de los productores agropecuarios con enfoque territorial. En este sentido, es conveniente que se avance en los siguientes aspectos:
1.Transformación del banco en una sociedad de economía mixta. Con base en la experiencia exitosa de Banrural en Guatemala donde el Gobierno permitió que las asociaciones de productores entraran como accionistas de la entidad y participaran activamente en su Gobierno Corporativo, los resultados en eficiencia, calidad de la cartera y número de beneficiados del crédito creció de manera significativa.
Esta buena práctica ha sido propuesta en distintos escenarios desde el año 2016 y es necesario retomarla para que sean los mismos productores agropecuarios los mayores lideres de una gestión exitosa del Banco Agrario.
2.Desligar la aprobación del FAG del redescuento de Finagro. Cuando el banco inició operaciones y carecía de recursos suficientes para otorgar créditos, la fuente de fondeo de Finagro se convirtió en estratégica para el cumplimiento de su misión. Hoy el Banco Agrario cuenta con fuentes de fondeo importantes y a bajo costo que bien podría colocar un volumen significativo en el sector agropecuario en pequeños y medianos productores pero tiene la limitante que para estos créditos no cuenta con el respaldo del FAG.
Las captaciones del sector público y de los depósitos judiciales triplican a los créditos otorgados con redescuento de Finagro. Esta propuesta ya fue acogida por la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario con lo cual se abre la posibilidad de inyectar mayores recursos al campo, mientras los créditos otorgados se orienten a actividades agropecuarias.
3.Continuar innovando en el modelo de crédito. Se hace necesario apoyarse en la tecnología para hacer eficiente el proceso de crédito y cartera, ampliar el número de asesores móviles en el campo y emplear a mayor profundidad los Marcos de Referencia Agroeconómicos de las distintas actividades productivas, al igual que anticiparse a las necesidades de los productores para tengan el crédito antes de las épocas de siembra, al igual que profundizar de manera sostenible la descentralización de las decisiones de aprobación de créditos.
4.Desarrollar un modelo de seguro agropecuario. El Banco Agrario es la entidad llamada a liderar y concretar un seguro agropecuario para los medianos y pequeños productores porque son sus clientes naturales que no atiende la banca privada. Hoy los pequeños productores, excepto unos pocos de tabaco, no acceden al seguro agropecuario existente.
Si bien recurren al FAG, cuando se presenta una calamidad este solamente cubre a la entidad financiera ante el incumplimiento del productor, quedando reportado y sin recursos para volver a desarrollar proyectos productivos. Este instrumento es una acción de equidad para los campesinos.
5.Modernizar los canales de servicio. Entre más lejos estén los clientes del banco más tecnología se requiere para su adecuada atención.
Esto hace necesario contar con cajeros automáticos de doble vía, ampliar las funcionalidades de los Corresponsales Bancarios en zonas rurales sin presencia bancaria, ampliar la cobertura del modelo de oficina “Mas Cerca”, al igual que realizar convenios de gestión con las cooperativas financieras y de ahorro y crédito para ampliar la cobertura de servicios.
En definitiva, lo construido debe servir de base para seguir avanzando.
Jesús Antonio Vargas Orozco
Consultor empresarial