Los últimos tres días han estado llenos de tensión luego de que los principales productores de petróleo en el mundo (Arabia Saudita y Rusia) no llegaron a un acuerdo para disminuir la producción, teniendo en cuenta la menor demanda que ha traído consigo un menor crecimiento de la economía global y el nuevo coronavirus en China, uno de los mayores importadores de crudo.
Lo anterior desató una guerra de precios llevando al Brent a cerrar en la jornada de este lunes en US$34,36, lo que representó una caída de 24,1% respecto al viernes pasado, su mayor descenso en casi 30 años.
(El país debe revisar sus previsiones macroeconómicas por el impacto del coronavirus).
Este panorama no es alentador para Colombia pues, aunque no es petrolero, tiene alta dependencia de esta industria tanto para sus cuentas fiscales como para el desempeño de la economía en general.
Según expertos, los indicadores más afectados este año en el país, en caso de que continúe el panorama actual del crudo y un dólar por encima de $3.800, serían el déficit de cuenta corriente, la deuda externa, la inflación, e incluso el producto interno bruto (PIB).
Datos preliminares del Banco de la República, arrojan que en 2019 Colombia registró en su cuenta corriente (indicador de cómo la economía del país interactúa con el resto del mundo) un déficit de US$13.800 millones, lo cual hizo que esta cifra como proporción del PIB haya sido de 4,3% (ver gráfico). Recientes proyecciones de Minhacienda y del Emisor esperan para este año un dato de 4,6% y 4,4%, respectivamente.
(Precio de crudo prende discusiones sobre fragilidad fiscal de Colombia).
De acuerdo con José Ignacio López, director de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, “una caída de esta magnitud en los precios del petróleo, tiene efecto sobre la balanza comercial colombiana importante. Estamos hablando de un descenso de casi de la mitad de ingresos provenientes del principal producto de exportación. No es extraño decir que el déficit de cuenta corriente se podría subir por encima de 4,4%, y estar más cercano al 5% este año”.
Para Juan David Ballén, director de Estudios Económicos de Casa de Bolsa, el déficit de cuenta corriente “es lo que mira un inversionista extranjero al momento de traer dinero a un país. Revisa qué tan amplío es su déficit fiscal y de cuenta corriente y nosotros contamos con unos datos ya amplios, que se van a deteriorar un poco más en el corto plazo por la coyuntura”.
De acuerdo con cálculos de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, en caso que persista el nivel actual de la tasa de cambio ($3,813) para los meses restantes de 2020, el promedió en todo el año sería de $3,730. Casi $450 por encima de lo observado un año atrás (...), el déficit de cuenta corriente en 2020 se ampliaría cerca de -0,5 pp, una vez más, por el efecto contable de la tasa de cambio sobre el PIB”.
(Precio del dólar en Colombia cerró con alza de 220 pesos).
Cabe agregar que en el Plan Financiero, el Gobierno prevé una tasa de cambio promedio de $3.320 para este año.
Respecto a la deuda externa, López explica que “el 30% de la deuda del Gobierno Nacional Central (GNC) está en moneda extranjera, de tal manera que una devaluación tendría un efecto grande sobre cómo eso pesa en sus cuentas en pesos, lo que podría empujarnos 2 o 3 puntos porcentuales más de deuda como porcentaje de PIB”.
Para el equipo del Banco de Bogotá, “la devaluación seguiría presionando al alza los ratios de deuda como porcentaje del PIB, lo cual podría generar señales de alerta por parte de las calificadoras, pues han manifestado su preocupación por el aumento de la deuda a pesar del cumplimiento de la Regla Fiscal”.
Cabe decir que, según el Banco de la República, el país finalizó 2019 con una deuda externa total (pública y privada) equivalente a US$138.175 millones, equivalente al 42,7% del PIB.
Sobre la afectación que podría tener la inflación este año, debido a la coyuntura, Ballén comentó que “todos esperábamos que cerrara el año en niveles de 3,3% o 3,4%, pero ya como el dólar está disparado, eso eventualmente se va a terminar trasladando al precio de los bienes que consumimos tanto importados como alimentos”.
Dicho traslado al IPC podría tardar entre tres a seis meses, en parte, porque hay muchos comerciantes que ya tienen inventarios y hasta que no los terminen, no buscarían traer productos y por lo pronto no lo sentirían los consumidores, dijo. Sin embargo, se estima que esto no haría que el dato se saliera del rango meta del Emisor (2%-4%).
De otro lado, López dijo que los consumidores pueden tomar el tipo de cambio como una señal de deterioro que los llevaría a ser más precavidos al gastar, lo que afectaría al PIB. dado que este fue uno de los componentes que más impulsó la economía en 2019.