Como reflejan la mayor parte de las cifras que registran los estudios internacionales, la educación sigue siendo una de las principales tareas pendientes que tiene Latinoamérica.
Aunque en los últimos años el avance que se ha registrado en factores como la calidad o el acceso son evidentes, todavía muestra signos de rezago una vez se compara con los indicadores de países más desarrollados, mostrando una brecha que será necesario cerrar para lograr un mejor desarrollo regional.
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“Durante los últimos años, América Latina ha logrado avances significativos en el acceso a la educación formal. Sin embargo, aún no logramos cumplir el objetivo de universalizar la enseñanza primaria y tenemos déficits importantes en la cobertura inicial, media y superior. Garantizar el acceso sigue siendo un desafío crucial para la región y esto implica la necesidad de diseñar y poner en práctica nuevas estrategias dirigidas a garantizar la incorporación de los niños y jóvenes que no asisten a la escuela”, pone de relieve Julián Suárez, vicepresidente de Desarrollo Sostenible del Banco de Desarrollo de América Latina, CAF.
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Pero el problema no es solo en cuanto al acceso de la población más joven al sistema, sino que históricamente ha enfrentado fuertes barreras para incrementar su calidad. Como explica Cecilia Barbieri, especialista senior en educación de la Oficina Regional de Educación de la Unesco para América Latina y el Caribe, “lamentablemente, la calidad educativa en América Latina se ve afectada principalmente por los problemas inherentes a la región: la falta de recursos en diversas áreas, la violencia que toca el clima escolar y las inequidades, en general”.
En este sentido, son muchas las cifras que reflejan la situación. Una es la baja tasa de matriculación bruta de los países en cuanto a educación preescolar, muy relevante teniendo en cuenta que es el primer contacto de los niños con el sistema educativo.
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Como muestran los datos del Banco Mundial, mientras que en economías del área las tasas son bajas –es el caso de Colombia (54,7%), Paraguay (37,7%) o Argentina (74,3%)– países como España (95,4%), Reino Unido (96,2%) o Japón (86,1%) registran indicadores más cercanos al máximo posible.
Sin embargo, estos informes indican que son muchos los factores que definen la calidad de la educación en un país. Hay algunos que muestran un panorama general. Uno es la proporción de alumnos por cada profesor, un área en la que mientras que naciones como Colombia, Brasil o México presentan una tasa de 24, 21 o 27 por cada docente, en países europeos la situación es mucho más favorable, como España, con 12; Estados Unidos o Finlandia, con 14.
“La región aún está en deuda en cuanto a la cualificación. Se observa que el 83% de los docentes que ejercen en primaria y el 78% en secundaria cuentan con formación pedagógica certificada, con disparidades importantes entre países, ya que en algunos la totalidad están certificados en educación primaria y secundaria y, en otros, menos del 30% cumple con esta condición. En el caso de la educación preescolar, el promedio de certificación es de 63%, es decir una cifra inferior a los otros niveles, mostrando que el esfuerzo en este nivel debe intensificarse”, indican los datos de la oficina de la Unesco.
Sumado a esto, las deficiencias en términos de la calidad de educación que se ofrece también hace mella en las capacidades que tendrán los estudiantes. Por ejemplo, se estima que el 52% de los niños y adolescentes no alcanzarán el nivel mínimo de competencia en matemáticas y 36% en lenguaje al momento de culminar su primaria o secundaria.
Por otro lado, más allá de la calidad, el acceso y la permanencia siguen registrando datos peores de lo esperado. Aunque la tasa de matrícula en la región ha crecido de manera acelerada en los últimos años: de 59% en 1990 hasta 75,6% en el 2015.
El reto sigue siendo que los alumnos finalicen todas las etapas de formación. De hecho, solo 6 de cada 10 estudiantes latinoamericanos completan la educación secundaria, tasa que es inferior a la esperada, considerando que esta es obligatoria en la mayoría de países.
“A pesar de que 90% de los niños de la región concluye la primaria y comienza la educación secundaria, solo el 59% completa la secundaria superior. Hay una importante deserción entre los 13 y los 15 años, y existen grandes brechas de desvinculación por nivel socioeconómico.
Para los países de América del Sur, los jóvenes del quintil más rico tienen tasas de matriculación alrededor de 30% más altas que sus pares del quintil más pobre, según dice Suárez.
Con todo, como concluye un informe de CAF, las deficiencias en educación acaban impactando el resto de indicadores. “Esta problemática condiciona el crecimiento económico y contribuye a la propagación de la economía informal, que actualmente emplea a casi la mitad de los trabajadores. Además, las personas que se desvinculan tempranamente de la escuela tienden a pasar más tiempo desempleadas y a tener menos herramientas para abordar los desafíos actuales”.
FORMACIÓN SUPERIOR ESTÁ TAMBIÉN DETRÁS DE OTRAS REGIONES
Uno de los factores que ponen de relieve algunas de las falencias de la educación primaria y secundaria de Latinoamérica es el peor desempeño que, por tanto, tiene la superior, tal como muestran los informes.
En esta línea, por ejemplo, la medición de Euromonitor International acerca de la competitividad de la educación universitaria en la región muestra que Chile es el país de la región más aventajado y, aun así, se ubica en el puesto 26 en el mundo en este indicador. Asimismo, por detrás se encontraría Argentina (38), Uruguay (53), Colombia (66) o Perú (81), entre otros ejemplos.
Esto también se relaciona con la calidad de las instituciones universitarias de la zona. Tal como mostró el ranquin QS recientemente, que califica a la mayoría de las instituciones en el mundo, la universidad mejor posicionada de la región es la Universidad de Buenos Aires, la cual está en el puesto 73 del mundo. Para encontrar la siguiente hay que bajar hasta la posición 113 que ocupa la Universidad Autónoma de México, o hasta el 118, con la Universidad de Sao Paulo.
En Colombia, la Universidad de los Andes es la mejor calificada, en el puesto 272 a nivel global, seguida por la Universidad Nacional (275) y la Universidad Externado, en el lugar 407.
Por otro lado, el informe de la Unesco hace énfasis en que hay grandes avances en la matriculación, pero siguen existiendo grandes desigualdades. “Esta es la región en la que proporcionalmente más se expandió el acceso a educación terciaria, la cual se ha más que duplicado desde el 2000, llegando al 46%. No obstante, la desigualdad por nivel socioeconómico en el acceso es un problema: Panamá, Colombia, Costa Rica, Perú, El Salvador, República Dominicana, Brasil y Honduras aparecen con altas tasas de matriculación para la población más rica (75%- 40%) y bajas tasas para los más pobres (10%-1%)”, indica.
Con todo lo anterior, el experto de la CAF Julián Suárez indica que la principal recomendación de los países para mejorar la situación debería ser “fortalecer la calidad de los entornos de aprendizaje, incorporar en las intervenciones enfoques inclusivos y participativos, incrementar la participación de las familias, fortalecer los sistemas de información para la prevención, y la coordinación entre los actores escolares y las instancias de gestión educativa local y nacional. Estas son líneas de acción que cada país debe analizar y priorizar de acuerdo a las problemáticas particulares que los afectan”.
De igual forma, se afirma que los logros alcanzados en cobertura no han sido acompañados en su totalidad por políticas y estrategias que aseguren mejoras en calidad y desarrollo de las habilidades que requieren los jóvenes.