Se acepta ya, como dato generalizado -lo que se podría identificar como una tautología- el rasgo que, junto a Haití, Brasil, Panamá, Guatemala y muy probablemente Bolivia, Colombia es de los países latinoamericanos más inequitativos. Desde luego, esto afecta las condiciones de mercado interno, un factor estructural de la competitividad nacional, que se refiere a la demanda efectiva de la población.
Al respecto se ha publicado recientemente por parte de la Organización Internacional del Trabajo, un informe, según el cual, el salario promedio de los trabajadores formales en Colombia llegaría a 1.3 millones de pesos, algo así como unos 400 dólares. Sólo Paraguay estaría presentando un valor más bajo en Latinoamérica. Por otra parte, los chilenos estarían teniendo un monto que supera en un 82 por ciento ese ingreso promedio por trabajador en Colombia, mientras Uruguay -el dato más alto en la región- más que duplicaría el indicador promedio de los colombianos.
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A eso debe agregarse que de acuerdo a cifras de Fedesarrollo, en Colombia el 10 por ciento de la población, que tiene mayor poder adquisitivo, se hace con el 48 por ciento de la renta nacional -este indicador es el producto interno bruno menos la depreciación del capital y menos los impuestos indirectos, tal el caso del IVA.
En el otro extremo, el 10 por ciento más pobre tiene acceso solamente al 0.5 por ciento de esa renta. Los cínicos degradados -dado que la escuela cínica fue una seria escuela filosófica en Grecia- dirán que en todos los países hay inequidades. Cierto. Pero en Japón la diferencia entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento de la población más menesteroso estaría en 18 veces. En Colombia es de casi 82 veces.
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De manera complementaria, la mitad de la población colombiana tiene acceso al 14 por ciento de la renta nacional. Esto demuestra que, en conjunto, las capacidades de demanda del mercado interno no alcanzan totalmente su potencial. Con ello se carece de una fuente de estímulo substancial para la producción de las empresas.
La demanda interna en el país aparece como deficitaria con lo que se tiene un amplio margen de mejora en la conformación de lo que son los mercados incluyentes o inclusivos. Este requerimiento para el desarrollo de un país como Colombia, cobra más importancia, al reconocerse que el componente del consumo de las familias es responsable por cerca de las dos terceras partes del producto interno bruto, medido desde el lado de la demanda -otros componentes desde esta óptica son: la inversión, el egreso del gobierno, las exportaciones y, actuando en un sentido negativo, las importaciones.
Estos datos emergen con actualidad e importancia, ahora que se tienen las reuniones sobre el salario mínimo. El requerimiento de fortalecer la demanda interna es muy importante, como lo es también la productividad de los trabajadores, el estímulo al emprendimiento, la innovación y la consolidación general de empresas o unidades de producción. Es en éstas es en donde, con exclusividad, se produce la riqueza en todas las sociedades.
Giovanni E. Reyes,
Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard.
Profesor Titular y Director de la Maestría en Dirección de la Universidad del Rosario