El 24 de octubre de 1929 tuvo lugar el famoso Jueves Negro, el día que se considera el inicio de la Gran Depresión, la mayor crisis económica del Siglo XX. Hoy, 90 años después, el mundo está en una situación en la que, aunque los problemas ni remotamente son igual de graves y los parecidos son limitados, hay más de los que se piensa.
El impacto que tuvo esa crisis que se desató aquel fatídico día difícilmente se puede igualar.
Dos meses después de la jornada negra, los índices de Wall Street habían caído casi 50%, y lo que al principio fue una turbulencia financiera, rápidamente se trasladó al sector real estadounidense y, luego al resto del mundo.
“Es difícil trazar una única causa en la crisis del 29. Fue un periodo de exuberancia a nivel mundial que llevó un crecimiento muy fuerte del gasto de los hogares por el apalancamiento de la riqueza. Básicamente, se montó una economía sobre especulación en la capacidad de pago. Hubo una debacle en el mercado y acabó en una crisis de confianza”, explica Alejandro Reyes, economista principal del BBVA Research.
Actualmente, la economía mundial va en camino hacia una nueva crisis, con una desaceleración global potenciada por las tensiones comerciales y un riesgo de recesión que oscila entre el 20% y el 40%, según quien haga los cálculos.
SIMILITUDES
Eso sí, el camino hasta aquí se podría ver como uno de los parecidos. En 1929, la economía venía de los ‘felices años veinte’, un periodo en el que la prosperidad económica se convirtió en un espejismo con trágico final. Ahora, ese gasto de los hogares y sensación de riqueza no es comparable, pero EE. UU. encadena su mes 124 consecutivo de crecimiento, el periodo más largo de la historia, el cual está sostenido, justamente por el consumo privado. Asimismo, desde el lado de la especulación, los expertos también ven similitudes.
Según Giovanni Reyes, profesor de la Universidad del Rosario, “lo que ocurrió hace 90 años tiene réplicas en los momentos actuales, principalmente en la economía financiarista, proclive al apalancamiento a través de instrumentos como los derivados.
La cosa es que hay dos problemas, que este tipo de economía ahora es mucho más grande que en el 29, y también que incluso cada vez hay más especulación, lo que hace que las crisis financieras tengan una mayor frecuencia”.
Por otro lado, en aquella época el mundo también vivió una tendencia proteccionista, justo el aspecto que hoy está provocando los problemas. La Ley de Aranceles Smoot-Hawley de 1930 buscaba enfrentar el potencial del agro en Europa, pero acabó convirtiéndose en una herramienta para poner gravámenes en otras industrias.
“Esto paralizó el comercio internacional, lo que también llevó a una desaceleración en gran parte de los países”, apuntó el académico de la Universidad del Rosario.
Al final, la misma crisis económica del 29 derivó en un preocupante ataque contra el multilateralismo que se estaba creando en esa época, llevando a muchos a adoptar políticas proteccionistas.
“Un tema interesante al comparar las dos épocas es la globalización. En el 29 se venía de un mundo muy conectado, a pesar de las restricciones de comunicación y tecnología, pero luego de la Gran Depresión hubo una movida hacia el proteccionismo, y en este sentido se puede ver similitud en una especie de fin de era”, señala Reyes, del BBVA.
Al final, la situación que atraviesa hoy el mundo no es más que las consecuencias de las turbulencias que se vieron durante el 2008.
Más allá de eso, uno de los mayores riesgos que se ven en la actualidad tienen que ver con la posibilidad de que exista una sobrevaloración en algunas tecnológicas, ya no solo gigantes como Apple o Google, sino más bien negocios de aplicaciones cuyo valor real no es claramente tangible.
“Estamos en una tercera ola en temas tecnológicos, con diversas ‘apps’ y emprendimientos que muestran un poco más de ‘espuma’, pues algunas tienen un gran potencial, pero otras no tanto y eso ha creado sobrevaloraciones”, agrega Alejandro Reyes.
Con todo, los expertos afirman que sería difícil que ocurriera algo parecido, porque las regulaciones que existen hoy en día les ponen freno a ese tipo de situaciones. Por ejemplo, la Reserva Federal en ese tiempo hacía pocos años que había sido creada, mientras que ahora tiene muchos instrumentos para estimular la economía.
Igualmente, normas como Basilea o las distintas tasas de capital impiden parte de los excesos.
“La desregulación acercaría el camino hacia un evento parecido”, apunta Giovanni Reyes, mientras que el experto del BBVA indica que “siempre hay un temor de que las reformas puedan ceder, se suelten las riendas y se desboquen las economías. Lo que no ha cambiado es la visión de las muchas personas de que se puede gastar y gastar, pues los recursos están garantizados. Pero hoy somos menos vulnerables”.
Por último, el experto en bolsa, Julián Villamizar, enfatiza en la principal diferencia, la cual es peligrosa: “En esa época, la reconstrucción de Europa y el resto de grandes planes estimularon un rápido crecimiento. Hoy eso no existe”.
Rubén López Pérez