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Empleo

14 jun 2018 - 3:48 p. m.

El trabajo informal reina en el campo colombiano

Un informe reveló que el 82% de los trabajadores rurales del país no cuenta con empleos formales.

Agro

Según el estudio, Cúcuta es la ciudad que tiene una mayor afectación.

Archivo portafolio.co

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Ocho de cada 10 personas en el campo colombiano que realizan alguna actividad laboral están en la informalidad, es decir, tienen un empleo que les permite generar ciertos ingresos, pero que no contribuye al bienestar ciudadano, puesto que no cuenta con afiliación a la seguridad social ni ofrece estabilidad laboral.

La cifra de informalidad rural –del 82 por ciento exactamente– es una de las novedades del informe ‘Perfil actual de la informalidad laboral en Colombia’, presentado por el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario.

(Lea: Cerca de la mitad de los trabajadores colombianos está en la informalidad

El énfasis de esta cifra es mayor porque tradicionalmente el campo ha tenido tasas de desempleo más bajas que las totales del país
(5,1 versus 9,9 % en el trimestre móvil febrero-abril), lo que podría llevar a descuidar el hecho de que el empleo que hay, en su mayoría, es informal.

(Lea: Llamado a contrarrestar la informalidad laboral

El estudio además evidencia que sectores como construcción; comercio, hoteles y restaurantes, y transporte y comunicaciones son los reyes del trabajo informal, flagelo que afecta a cerca de la mitad de la mano de obra femenina.

Así, si la informalidad laboral en las 13 principales áreas metropolitanas fue de 47,2 por ciento en el 2017, el de estas ramas de la economía, que precisamente están entre las mayores generadoras de puestos, oscila entre 58,7 y 85,3 por ciento, dice el estudio.

(Lea: En Colombia, la mitad de las mujeres tiene trabajos informales

La informalidad laboral ha sido uno de los fenómenos más difíciles de erradicar en Colombia, pese a los avances logrados, según dijo el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, en la conferencia del Rosario. En las 23 áreas metropolitanas pasó de 58,2 en 2008 a 50,8 por ciento el año pasado, y “esto no ha sido por casualidad, sino por las políticas aplicadas en reducción de impuestos a la nómina e inversión en educación”.

En ese punto, Juan Carlos Guataquí, del Observatorio Laboral del Rosario, expresó su desacuerdo: “La informalidad es persistente. Haberla reducido a niveles que aún están por encima de 45 por ciento (en 13 ciudades) no es un logro, debe ser una preocupación”.

Más aún si, de acuerdo con el informe, las diferencias entre lo rural y lo urbano no son el único lunar, sino que las brechas son profundas entre ciudades, por sectores, por edad, por niveles de educación y por estratos socioeconómicos.

CÚCUTA, LA PUNTERA

Según el estudio, que analizó la informalidad desde la perspectiva que la mide el Dane (con base en el método del Programa Regional del Empleo para América Latina y el Caribe, Prealc) y la contrastó con la que tiene en cuenta variables más fuertes como la seguridad social, Cúcuta es la que tiene una mayor afectación. “La capital nortesantandereana cuenta con una tasa de informalidad del 70,5 por ciento, y en el caso de las mujeres, la cifra aumenta a 71 por ciento”, señala el estudio.

Esta ciudad sobrepasa todos los indicadores por sectores en las 13 ciudades y, en el de construcción, que es uno de los que concentra mayor informalidad en el país, tuvo un promedio de 80 por ciento en el 2017. Inclusive, en el sector de intermediación financiera, en el que todas las ciudades tienen tasas que oscilan entre 5 y 25 por ciento, la ciudad fronteriza con Venezuela alcanza una informalidad del 43 por ciento.

POBREZA Y EDUCACIÓN

El informe establece que hay una estrecha relación entre la informalidad y los estratos socioeconómicos vulnerables. Así, “en el quintil más bajo de ingresos, que es el 1, la tasa de informalidad entre los trabajadores por cuenta propia es de 87,5 por ciento”, lo que implica que 9 de cada 10 trabajadores pobres son informales. En el quintil 2, la incidencia de la informalidad es del 76,3 por ciento, mientras que en el 5, el más alto, afecta al 19,9 por ciento.

La edad es otro elemento de análisis para Guataquí y el resto de investigadores que participaron en el estudio. La franja en la que están personas entre 25 y 35 años tiene un porcentaje menor de afectados con un trabajo informal (34,9 %). Claro está que hay una gran diferencia entre el resultado que se obtiene con la definición oficial para medir informalidad (Prealc) y la que incluye variables más complejas como el aseguramiento. En este mismo rango de edad, la cifra sube a 61,6 por ciento.

CLAVE PARA REDUCIRLA


Y otro de los hallazgos del estudio, que necesariamente debe entrar en la agenda de los que asuman la próxima administración del país, es el que señala Guataquí: “Alcanzar un nivel educativo más alto reduce la tasa de informalidad en más de 20 puntos porcentuales”.

Tal resultado evidencia la conexión entre informalidad y escasa formación académica, como lo señalan las cifras: “Entre las personas con nivel educativo primario la informalidad es de 78,5 por ciento, cifra que aumenta a 86,2 por ciento en el caso de las mujeres”.

Guataquí llama la atención sobre la tendencia que traía el país en reducción de la tasa de desempleo (la cual empezó a aumentar hace unos meses), mientras que la informalidad se ha mantenido elevada.

CIUDADES EN MEJOR CONDICIÓN

Manizales, con 41,4 por ciento; Medellín, con 42,4, y Bogotá, con 41,7 por ciento, son las que presentan los indicadores más bajos de informalidad. No obstante, según el estudio, “las cifras aún son preocupantes. En todos los casos son superiores a 41 por ciento”.

En cuanto al fenómeno por sector, Bucaramanga es la que tiene menos informalidad en agricultura y minas (30 por ciento), mientras que la cifra más elevada en dicho sector la tiene Montería (78,6 por ciento). En comercio, después de Cúcuta, Montería está de segunda, con 74,7 por ciento.

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