Las usinas hidroeléctricas son caras pero necesarias para atender las urgencias de los pobres y las demandas del desarrollo, explicaron los especialistas.
Grandes como para abastecer a más de un país, o pequeñas pero suficientes para mejorar la vida a familias perdidas en selvas o montañas, las hidroeléctricas deben ser estimuladas, opinaron académicos y funcionarios de unos 30 países que durante dos días discutieron sobre fuentes de energía renovables.
La histórica escalada de los precios del petróleo tornó más dramática la carrera hacia fuentes de energía alternativas, ya impulsada por las demandas de detener la polución del planeta.
América Latina tiene abundancia hídrica pero utiliza apenas 21 por ciento de los 660.000 megavatios potenciales de sus cuencas, según un reporte presentado por la Organización Latinoamericana de Energía (Olade).
África, por su parte, cuenta con 12 por ciento de los recursos hídricos mundiales y aprovecha menos de 10 por ciento del potencial, advirtió Tong Jiandong, director de un centro internacional de estudios con sede en China.
Brasil es rico en ríos y el 78 por ciento de su electricidad es de esa fuente, pero la demanda es enorme y creciente, por lo que enfrentará hasta el año 2012 el riesgo de déficit energético, advierten analistas.
Actualmente proyecta dos represas con capacidad de 3.000 megawatts cada una y estimula la instalación de pequeñas hidroeléctricas de hasta 30 megawatts para las zonas amazónicas.
"La electricidad se paga sola", dijo en el foro Jorge Miguel Samek, director brasileño de la represa binacional de Itaipú, una de las más grandes del mundo, con capacidad para producir 14.000 megawats.
Los pequeños proyectos
Las pequeñas represas son construidas para atender demandas de clientes o poblaciones específicas. No requieren grandes caídas de agua ni enfurecen tanto a los ambientalistas como ocurre con las grandes hidroeléctricas.
La Olade puso como ejemplo una pequeña usina para una comunidad indígena en los Andes bolivianos, con un costo de inversión de 2.700 dólares por kilowatt a generar. "La inversión es alta y el problema es el riesgo financiero. Es fundamental que la comunidad se involucre. Ellos mismos venderán la energía", dijo Mentor Poveda, experto del área eléctrica de Olade.