El 3 de julio de 2001, cuando comenzó a funcionar la Bolsa de Valores de Colombia (BVC), tras la fusión de las bolsas de Bogotá, Medellín y Occidente (Cali), había 110 acciones de compañías inscritas en ese mercado y ya se hablaba de la disminución que se venía dando desde unos 10 años atrás. Hoy, en la bolsa cotizan 68 títulos y posiblemente antes de finalizar el año queden 66.
(Lanzan reforma financiera y de mercado de capitales).
Esto en razón a la salida de las acciones de Gas Natural (Vanti) y de Tecnoglass.
Contrario a lo que muchos piensan, en que de la mano del mayor desarrollo y crecimiento económico de Colombia vendría un crecimiento del mercado accionario, lo que ha sucedido es todo lo contrario.
(Pese al repunte, acciones del país son las más castigadas).
Los empresarios no están encontrando todo lo que necesitan en el mercado de renta variable colombiano, motivo por el que es muy poco líquido y profundo y con pocos inversionistas, lo que a su vez también desincentiva los lanzamientos de compañías grandes para buscar nuevos socios.
Sin embargo, la BVC ha evolucionado en otros mercados, como el de renta fija, en donde se ha visto que sí hay una abundante liquidez y en donde solamente, para mencionar el 2020, en medio de la crisis por la pandemia, 23 empresas han realizado hasta el momento 24 emisiones de bonos de deuda por $10 billones, una cifra que de acuerdo con analistas, puede ser síntoma de que este año se va a volver a superar el récord en este tipo de operaciones luego de que en el 2019 la cifra en ese mercado llegó a los $13,6 billones.
La BVC también ha evolucionado en otros tipos de negociación electrónica y registro y últimamente ha sido exitosa con a2censo, un producto fintech mediante el que pequeñas empresas obtienen recursos de deuda de parte de inversionistas a través del mecanismo de crowdfunding (financiación colaborativa).
Juan Pablo Córdoba, presidente de la Bolsa de Valores de Colombia, considera que una forma de atraer nuevos emisores es con a2censo “modelo con el que rompimos el paradigma que es costoso financiarse en la bolsa. Ya hay 22 empresas vinculadas que aunque son pequeñas o emprendimientos, han logrado financiación y en donde muchos colombianos han invertido”.
Y asegura que “estamos rompiendo el círculo vicioso para que la gente pueda invertir. Si una empresa pequeña puede emitir $100 millones, otras pueden hacerlo por mucho más, incluso hasta $50.000 millones”, afirma.
LAS RAZONES
Para Augusto Acosta, expresidente de la Bolsa de Valores de Bogotá y de la BVC, entre otros, la salida de emisores de acciones de la bolsa colombiana “es un fenómeno que sucede en otros países de la región y también viene dándose desde hace varios años”.
Y además dice que uno de los múltiples factores es el aumento de la financiación de los bancos a las actividades productivas. Asegura que “en 2007 el crédito bancario como parte del PIB era del 30% y en la actualidad llega al 50%”.
Y reconoce que de todas maneras las bolsas de la región son pequeñas y cuando una empresa grande quiere hacer una Oferta Pública Inicial (IPO) lo hacen en bolsas grandes, donde pueden conseguir recursos rápidamente y de otros actores, incluso más grandes.
Además, los fondos de capital de riesgo buscan compañías en crecimiento.
“Los inversionistas de capital de riesgo se están esperando un poco más para generar más utilidad al liquidar sus inversiones, o vender más caro”, dice Acosta.
Cita cómo por ejemplo a Rappi, considerado un unicornio por su acelerado crecimiento, no le iría bien en la BVC tratando de buscar US$1.000 millones pues la profundidad y liquidez del mercado no le permitiría reunir ese capital rápidamente, como sí lo conseguiría con capital de riesgo. Acosta propone que entonces habría que llevar más emisores de deuda a ver si ahí hay una ventana de crecimiento y crear inversionistas para empresas diferentes a las tradicionales.
Para Edgar Jiménez, del Laboratorio Financiero de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, durante los últimos 20 años se ha observado una sostenida disminución en el número de compañías inscritas en bolsa y esto se ve reflejado en los papeles que tienen alguna liquidez.
Asegura que si bien es cierto esto es el resultado de fusiones o adquisiciones, en particular “se destaca lo sucedido en el sector cementero, financiero y comercio, es claro que la ausencia de un buen número de nuevos nombres ha sido la constante. Con esto es urgente la necesidad de flexibilizar los requisitos y perfiles de empresas para hacer parte del mercado”.
UNA ‘LIGA DE ASCENSO’
Jiménez propone crear un “Mercado Alternativo Bursátil para Colombia donde puedan listarse firmas medianas que crezcan y se desarrollen para hacer parte del mercado principal. Este se convertiría en un producto adicional para el sector bursátil y daría la oportunidad al público de entrar en buenos negocios con marcas conocidas, pero que aún no hace presencia en bolsa”.
Por su parte, Andrés Moreno Jaramillo, asesor financiero Certificado AMV y analista económico y bursátil y autor del libro La Bolsa en Colombia en el Siglo XXI, dice que en Colombia “es un factor cultural que las empresas sean familiares y aparte de esto de un grupo selecto. Vemos casos como los de Creps & Waffles, Alpina o Arturo Calle por solo mencionar tres casos, que tienen de una cabeza fundadora que luego traspasan a los hijos que no buscan capitalizarse, ni crecer de manera más agresiva o a escala”.
Asegura que, en general, a las empresas manejadas por una familia “no les gusta emitir acciones pues pasan a la vigilancia de la Superintendencia Financiera, deben cumplir con las normas de gobierno corporativo, tener balances públicos, contar con nuevos socios, crear una asamblea de accionistas y además, poner a que otros que opinen del negocio”.
Señala que en Colombia falta mentalidad para entender las bondades que ofrece crecer en el tema de la capitalización de las empresas y la emisión accionaria.
Para el analista, es necesario avanzar en la “educación financiera, cambiar la mentalidad del empresario, que vean el mercado de capitales como un gran canal de deuda y de capitalización. Aquí las compañías se endeudan primero entre la familia y luego van a los bancos. No les gusta la exposición ni revelar información. No tendrían porqué, si la empresa va a crecer. Tienen miedo de perder las compañías. Creo que hace falta cambiar la mentalidad del industrial colombiano”, dijo Moreno.
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