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Finanzas

29 oct 2010 - 5:00 a. m.

Brasil, tan atractivo que es peligroso

Mañana se sabrá definitivamente quién dirigirá el destino de este país, que cada vez atrae a más y más inversionistas.

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Brasil, efervescente mercado de consumo con enorme potencial y altas tasas de interés, atrae un multimillonario flujo de inversiones productivas y especulativas, que plantearán al nuevo presidente el desafío de mantener la estabilidad de la moneda local.

El gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva acabará el primero de enero, tras ocho años de sostener las riendas de la primera economía latinoamericana, con 29 millones de personas que dejaron la pobreza para integrarse a la clase media de este país de 190 millones de habitantes.

Los niveles de desempleo son históricamente bajos (6,7 por ciento de la población económicamente activa en zonas urbanas, 1,5 millones de personas); el Producto Interno Bruto tendrá una expansión estimada de 7,5 por ciento este año, y la inflación está bajo control.

Y si el optimismo de los consumidores alcanza niveles récord, no menos impactante es la avidez de los inversionistas extranjeros por el mercado brasileño.

En la bolsa de valores de Sao Paulo, el volumen medio diario negociado viene creciendo sostenidamente desde julio desde unos 3.000 a 5.000 millones de dólares en octubre, y del total de inversionistas, 28,7 por ciento son extranjeros. En los primeros 24 días de septiembre, la economía brasileña registró el ingreso neto de 14.456 millones de dólares (sin considerar la balanza comercial).

Las cifras no incluyen el balance de la exitosa capitalización de la estatal petrolera Petrobras, que captó más de 71.000 millones de dólares en los mercados local y neoyorquino, aunque buena parte vinieron del Estado brasileño. Y la cereza de la torta: en 2010, la inversión extranjera directa, la que queda en el país para emprendimientos productivos, rondará los 30.000 millones de dólares, y saltará a 45.000 en 2011, según datos del Banco Central (BC).

El panorama se presenta más que alentador para el próximo presidente, que los brasileños elegirán el domingo entre la oficialista Dilma Rousseff y el socialdemócrata José Serra.

Un Real en alza

Sin embargo, el apetito por lo brasileño tiene una contracara que preocupa a autoridades y empresarios.

El masivo ingreso de divisas está empujando el real hacia arriba y aplastando en el mercado local la cotización del dólar, que a niveles de 1,65 por billete verde, amenaza la competitividad de la producción local en un contexto de inestabilidad en los mercados internacionales.

En los primeros ocho meses del año, Brasil tuvo un superávit comercial de 11.673 millones de dólares, pero la cifra es 41,6 por ciento menor a la de igual periodo de 2009.

"No podemos dejar que el cambio se diluya más", advirtió el presidente de la poderosa Federación de Industrias del Estados de Sao Paulo (Fiesp), Benjamin Steinbruch.

El Gobierno parece haber oído el clamor de industriales y exportadores, y adopta medidas para intentar contener el avance de la moneda. El Banco Central compra dólares cotidianamente en el mercado; el Fondo Soberano nacional tiene autorización para colocaciones sin límite establecido en dólares; los impuestos al ingreso de capital extranjero para renta fija fueron aumentados dos veces en el último mes.

Pero el real sigue hacia arriba y en 2010 lleva ganado 3,56 por ciento, que se suma al 32,7 por ciento de 2009, para totalizar 112,13 por ciento de valorización desde que Lula asumió el poder en 2003.

El Presidente puso sobre los hombros del G20 la responsabilidad de solucionar lo que su Ministro de economía, Guido Mantega, definió como una 'guerra de divisas' en el planeta. Pero algunos analistas creen que Gobierno puede recortar el gasto público, y el Banco Central desestimular el ingreso de divisas atraídas por las altas tasas en Brasil.

Las encuestas dan como a ganadora a Dilma Rousseff

Si en el primer turno de las elecciones, el 3 de octubre, Rousseff quedó a apenas tres puntos porcentuales de liquidar la factura, en este segundo turno su ventaja parece, una vez más, prácticamente insalvable a 48 horas de la habilitación de las urnas. Entre los últimos sondeos, el instituto Ibope atribuyó a Rousseff una ventaja de 14 puntos porcentuales sobre Serra, considerando únicamente los votos válidos (57 a 43 por ciento), pero detectó también la existencia de un 4 por ciento de personas aún indecisas.

En tanto, el instituto DataFolha apuntó ayer una ventaja de Rousseff de 12 puntos, de 56 por ciento contra 44 por ciento, dejando en evidencia un escenario muy similar al anotado por Ibope.

Por su parte, el instituto de sondeos Sensus calculó que la ventaja de Rousseff era de 15 puntos porcentuales (52 a 37 por ciento). "Creo que ese escenario electoral está definido, a menos que ocurra una catástrofe política en las próximas 24 horas. Inclusive porque no logro ver en el candidato Serra una capacidad de reacción", dijo el politólogo Carlos de Melo, del independiente Instituto de Enseñanza e Investigaciones (Insper) de Sao Paulo.

En los días previos al primer turno de las elecciones, Rousseff ya aparecía con una enorme ventaja en los sondeos, pero todos los institutos fallaron en percibir la fuerza del voto religioso, que optó por la ambientalista y evangélica Marina Silva, quien quedó en tercer lugar y forzó el balotaje.

El domingo, casi 136 millones de brasileños están llamados a elegir al sucesor del carismático Luiz Inácio Lula da Silva.

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