Este año, los mercados emergentes, y en particular Latinoamérica, han sido un destino importante de los recursos de grandes inversionistas, aprovechando el espacio que han dado las bajas tasas de interés de los bancos centrales en países desarrollados (especialmente la Reserva Federal de EE. UU.).
(Repunta inversión foránea para operación de petróleo y minas).
Datos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), señalan que, después de un buen trimestre, en abril siguió fluyendo el dinero hacia emergentes, toda vez que recibieron (en neto), 38.000 millones de dólares de capital extranjero. De ese monto, 24.000 millones de dólares se destinaron a deuda y los 14.000 restantes a las acciones.
Sin embargo, la debilidad de la economía global, con un incremento en la aversión al riesgo por parte de los inversionistas y posibles disminuciones en los precios de las materias primas, podría impactar los flujos de recursos hacia los emergentes.
Aún en medio de la volatilidad, el Instituto espera que los capitales hacia estos mercados sigan creciendo, pero a un ritmo mucho más moderado.
En términos generales estima que este año recibirían 1,26 billones de dólares (millones de millones), frente a los 1,13 billones de dólares correspondientes al 2018, aunque estos datos están muy atados a China. Y añade que “creemos que el mundo es un lugar más difícil para países emergentes que dependen de los flujos de capital extranjero”.
Entre tanto, las proyecciones del IIF plantean varios escenarios con respecto a América Latina. Contrario a lo que pasaba en años anteriores, Brasil sería el país en el que más aumentaría la inversión, con casi 35.000 millones de dólares, el doble frente a 2018.
Un informe de la institución dice que si Brasil logra un repunte económico y capotear la coyuntura externa, podría tener, por primera vez desde 2015, flujos positivos de inversión de portafolio.
En el caso puntual de Colombia, prevén estabilidad en la entrada de dólares, pues calculan 13.600 millones de dólares, comparado con los 13.800 millones del año pasado. Lo mismo pasaría con México, para quien la estimación es de 23.100 millones de dólares, y en donde la principal inquietud está relacionada con que se produzcan cambios inesperados en materia de política económica.
En contraste, se espera una reducción marcada en el caso de Argentina, con 18.600 millones de dólares, menos de la mitad que hace un año. El impacto proviene (entre muchos otros temas), por la incertidumbre electoral.