Para nadie es un misterio que de unos años para acá ha habido en Colombia un impresionante ritmo edificador, representado en miles de obras iniciadas en las más diversas ciudades. Ese ciclo expansivo ha estado acompañado también de aumentos importantes en los precios de proyectos dirigidos a estratos y zonas específicas. Pero el auge ha durado tanto, que no faltan las voces de alerta que tratan de establecer un paralelo entre la situación actual y la de hace 10 años, cuando también se vivió una época de euforia en el mercado de la finca raíz. Sin embargo, esa dinámica fue seguida por una depresión profunda que les costó su vivienda a innumerables familias y condujo a la economía colombiana a tener los peores índices de crecimiento de su historia en 1999. Debido a las cicatrices del pasado, el nerviosismo es explicable cuando aumentan las señales que indican que la marcha de la economía el próximo año no será tan buena como en los últimos meses. Pero una cosa es el llamado aterrizaje suave que aconsejan y desean los más reputados expertos y otra es el fantasma de una depresión que no tiene razón de asomar la cara. Para comenzar, cualquier analista sabe que la explosión de obras de los últimos meses era sencillamente insostenible, con índices de crecimiento real cercanos al 30 por ciento anual. En consecuencia, la pendiente ha comenzado a aplanarse, pero todavía está lejos de ser completamente llana. Así lo demuestran las últimas cifras. Según el Dane, el área licenciada para construcción en el país aumentó 22,3 por ciento entre enero y septiembre del 2007, con respecto a igual período del año inmediatamente anterior. Ese indicador, que muestra la intención de acometer nuevas obras, más que triplica la marcha de la economía y es complementado por otras mediciones. Por ejemplo, los despachos de cemento al mercado interno aumentaron 13,4 por ciento anual entre enero y octubre, mientras que la cartera de crédito hipotecario lo hizo en 12 por ciento. Dicho lo anterior, es cierto que las encuestas hechas entre los empresarios de la vivienda muestran un crecimiento menos elevado de las ventas y una moderación en los precios. No obstante, las expectativas de los consumidores siguen cerca de su máximo histórico, a lo cual se añade una realidad objetiva: a pesar del mayor ritmo de la actividad edificadora, ésta sigue siendo inferior al aumento de la demanda. Esa es la conclusión de un estudio hecho por la oficina regional de Camacol, según la que mientras la oferta en Bogotá llegó a 58.000 unidades entre octubre del 2006 y septiembre del 2007, existen 62.000 nuevos hogares que se forman cada año, a lo cual hay que agregar el déficit habitacional acumulado de la ciudad, estimado en 420.000 casas y apartamentos. ¿Quiere decir lo anterior que el panorama está completamente despejado? En absoluto. Es conocido que en el tablero de la economía nacional hay más luces amarillas encendidas ahora, como lo demuestra la reciente crisis con Venezuela. Pero también el buen crecimiento de la inversión y del consumo muestran que el motor fundamental de la actividad sigue girando con normalidad, así lo haga a menos revoluciones que hace unos meses. De hecho los expertos insisten en que para llegar más lejos, resulta conveniente tener crecimientos relativamente moderados. Debido a lo anterior, hay motivos para permanecer tranquilos. De hecho Camacol proyecta un crecimiento en la construcción de 13,2 por ciento para 2007 y uno de 9,3 por ciento para el año que viene, cifras que en ambos casos superan con holgura las de la economía. Como en las carreras de relevos, ahora el desafío es estimular a los sectores que tienen espacio para acelerar, tal como ocurre con la infraestructura. Pero mientras eso sucede, los constructores de vivienda deben seguir en su actividad con la tranquilidad de que siempre habrá demanda para adquirir casa bien hechas y a buen precio. El ritmo de crecimiento en la edificación de vivienda es menor que en el pasado, pero eso no quiere decir que la buena salud de la construcción haya terminado.
Finanzas
30 nov 2007 - 5:00 a. m.
Buenos cimientos
Una comprensible polémica ha comenzado en el país por cuenta de las cifras más recientes de la actividad constructora.
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