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Carlos

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Finanzas

30 sept 2008 - 5:00 a. m.

La caída de la inversión

Una de las cifras más sorprendentes del paquete de indicadores económicos que divulgó el Dane la semana pasada fue la brusca caída de la inversión. En efecto, la inversión (que como proporción del Producto Interno Bruto había venido creciendo sistemáticamente a tasas trimestrales superiores al 24 por ciento) se derrumbó al 8,4 por ciento. Es decir, registró una caída de casi dos tercios.

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Este brusco deterioro de los guarismos de la inversión está demostrando que no es cierto el dogma sacrosanto sobre el cual ha construido el Gobierno la filosofía de su actual política fiscal. A saber: que la inversión aumenta porque se le rebajan generosamente los impuestos a ciertos sectores. A pesar de que la batería de exenciones, deducciones, privilegios y gabelas tributarias de todos los pelambres nunca ha estado a niveles tan altos como ahora, la inversión tuvo, sin embargo, un serio retroceso durante el último trimestre según lo ha revelado el Dane. La moraleja que arrojan estos datos es doble: La primera, que la inversión en los procesos económicos obedece más a factores tales como las perspectivas que se tengan sobre los mercados y la demanda, el costo del dinero y las expectativas sobre el crecimiento mismo, que a las gangas tributarias. Y segunda, que las abigarradas minoraciones tributarias que se han venido otorgando a manos llenas y con un altísimo costo fiscal, más que ser la causa determinante de las decisiones de inversión se están convirtiendo en un distorsionador tremendo de la equidad y de la progresividad fiscal del país. Colombia se está teniendo que recostar fiscalmente más y más sobre los impuestos a los asalariados, sobre el IVA y sobre los consumos, y menos y menos sobre los tributos directos como el impuesto a la renta. Las cifras de la inversión también parecen haber estado afectadas negativamente por el desplome en la adquisición de vehículos. A pesar del dólar barato y de las ventajas tributarias que hubieran debido estimular, según la lógica del dogma sacrosanto (conforme a la cual lo que determina los niveles de inversión son los privilegios tributarios), la inversión en equipo de transporte también se desplomó. Prueba fehaciente de que pesan más al momento de tomar decisiones de inversión las perspectivas que se tengan sobre el futuro de la economía que los privilegios tributarios que se ofrezcan. Los altos niveles de inversión como proporción del PIB son una señal muy importante de la salud de la economía; de que las empresas están viendo perspectivas favorables en el horizonte; de que la inflación no está erodando el ahorro; en síntesis, de que hay confianza en el futuro. Por eso hay que aplaudir que durante los últimos años el país hubiera mantenido índices de inversión superiores al 20 por ciento del PIB. Pero el desfallecimiento de este indicador- según lo acaba de revelar el Dane- debería hacer recapacitar al Gobierno que no es regalando impuestos a ciertos sectores escogidos a dedo como se asegura la sostenibilidad de buenos niveles de inversión. Y mucho menos la equidad y la progresividad del sistema tributario. jotacrestrepo@yahoo.es ' Hay que aplaudir que durante los últimos años el país hubiera mantenido índices de inversión superiores al 20 por ciento del PIB.WILABR

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