El aumento de 5,4 por ciento que tuvo la acción de Ecopetrol el viernes pasado, va más allá de la oleada alcista que parece haber contagiado a los títulos que se negocian en la Bolsa de Valores de Colombia y en otras latitudes.
El motivo es que cada vez son más fuertes las señales que apuntan hacia una estabilización de la economía mundial, después de meses de fuertes declives. Si bien los expertos señalan que la recuperación va a ser larga y dolorosa, la percepción de haber tocado fondo da algo de tranquilidad en medio de la tempestad. Un ejemplo de ello fue la cifra de desempleo en los Estados Unidos que ascendió a 8,9 por ciento en abril, su nivel más alto en el pasado cuarto de siglo. Sin embargo, los 539.000 empleos que se perdieron en dicho mes resultaron inferiores a los 600.000 que habían calculado los especialistas, con lo cual la expectativa es que la contracción en el consumo resultará menos grave de lo previsto.
Bajo ese escenario, la demanda de insumos energéticos volvería a subir y con ella la cotización del petróleo, el carbón o el gas natural. Ello explica por qué el barril de crudo volvió a negociarse por encima de los 58 dólares, su nivel más alto de los últimos seis meses y más de 20 dólares por encima del de comienzos del año. De hecho, los especialistas en pronósticos han vuelto a insistir en que para finales del 2008 el combustible debería estar por encima de los 70 dólares y que un regreso a rangos cercanos a los 100 dólares es muy posible para comienzos de la nueva década. Tal escenario depende, por supuesto, del balance entre la producción y el consumo. Hace un año la oferta se acercó a los 87 millones de barriles diarios, pero según la Agencia Internacional de Energía ésta descendió a 83,4 millones de barriles en marzo. Si bien los países productores han cerrado la llave, eso no ha impedido que los inventarios sean cuantiosos. En tales circunstancias, lo lógico sería que los precios permanezcan estables hasta que vuelvan a presentarse cambios estructurales más adelante.
No obstante, los conocedores del sector saben que las variaciones pueden ser abruptas y que, en dichas condiciones, hay posibilidad de faltantes. La principal incógnita, ahora que se acerca la temporada veraniega en el norte del planeta, es que la cautela que han mostrado los consumidores de las naciones más ricas, sea remplazada por la sensación de que lo peor ya pasó y que es posible volver a transportarse por carretera, como antes de que llegara la destorcida. Si eso sucede habría un rezago de algunos meses, pues la respuesta de los productores no es automática, como tampoco las de refinerías, algunas de las cuales han suspendido operaciones.
Lo anterior no quiere decir que las cotizaciones lleguen a tener saltos abruptos, más allá de la volatilidad típica de mercados en los que participan los especuladores. Pero el consenso reinante es que los reajustes son inevitables, porque más allá del bache generado por la crisis, las tendencias de largo plazo apuntan a un consumo cada vez mayor de combustibles. A pesar de que los esfuerzos de ahorro y racionalización se han sentido, la creciente urbanización de China e India y las mayores ventas de automóviles en esas naciones, apuntan hacia un cambio en los patrones de demanda mundial.
La posibilidad de que el petróleo siga su escalada actual es una buena noticia para Colombia, al ser este su principal producto de exportación. Y es que el país ha logrado alcanzar cifras de producción cercanas a los 650.000 barriles diarios, que le han permitido compensar con mayor volumen, la caída en los precios internacionales, tal como ocurrió en el primer bimestre del 2009. Según el Dane, las ventas externas de crudo llegaron a 958 millones de dólares en ese periodo, con un retroceso del 42 por ciento en valor, pero con un aumento del 35 por ciento en toneladas despachadas. Esa situación también le ayuda a los resultados de Ecopetrol, lo cual explica lo sucedido con su acción en la bolsa. La única inquietud es si el alivio de 400 pesos en el valor del galón de gasolina que comenzó a regir el primero de mayo va a desaparecer pronto, por cuenta de una realidad mundial a la que Colombia no puede escapar ni en las buenas, ni en las malas.