Se empezó en la sala de la casa de mi suegro y aunque era menos que una tienda, le pusimos Almacén la Canasta, señala la propietaria, Esperanza Isaza.Su esposo, Ricardo Parra, trabajaba entonces en Acerías Paz del Río, y ella para tener un ingreso adicional y emplear su tiempo libre, decidió abrir la tienda.Iniciamos con 40.000 pesos y luego mi esposo fue invirtiendo en el negocio su sueldo y las prestaciones, relata esta empresaria santandereana.Poco a poco la tienda empezó a crecer por la demanda de los clientes. Sin embargo, un revés económico, debido al fracaso de un negocio de calzado que habían montado, los llevó a pensar en vender la tienda.No hubo quien nos diera 300.000 pesos por el negocio y por eso lo vendimos, afirma.En 1985 la tienda se convirtió en el autoservicio La Canastas y de ahí en adelante fueron ampliando las instalaciones, en predios aledaños a la casa donde nació el negocio.Hoy, La Canasta tiene dos almacenes en Sogamoso y uno en Bucaramanga. El número de proveedores se acerca a 500.Según Isaza, el secreto es compartir las ganancias con los clientes y de esa forma convertirse en regulador de la canasta familiar.
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