Políticas que generen empleo de calidad
Mensaje enviado al director de Asocajas, Alvaro José Soto.
Quiero expresarle mi reconocimiento por el artículo publicado en el diario PORTAFOLIO el día 21 de julio, donde se hace defensa de los parafiscales y se resalta su importancia. Sin embargo, quiero expornerle ciertos puntos de vista como empresario pyme:
Estoy totalmente identificado con el principio de que la competitividad no se hace a costa de la precariedad laboral, sin embargo, el ejemplo empieza por casa, las cajas de compensación son las primeras entidades que utilizaron, y aún lo hacen, cooperativas de Trabajo Asociado en sus almacenes comerciales para los empacadores y personal de aseo, claro ejemplo Cafam donde estos empleados se manejan a través de la Cooperativa de Trabajo Asociado, Nexos, que la misma caja organizó. Esta situación es común en empresas internacionales como Éxito, Carrefour y una interminable lista de entidades públicas y privadas.
Adicionalmente, es importante resaltar que somos nosotros los empleadores quienes aportamos para que las cajas cumplan con la misión de mejorar el modus vivendi de la clase trabajadora; recibiendo como respuesta que las mismas cajas en sus almacenes comerciales, se han dedicado a importar productos de china, de dudosa calidad y precios muy similares o superiores a los nacionales, obligando a las empresas nacionales a cerrar puestos de trabajo o a imitar a las cajas en su acción de evadir el pago de los parafiscales.
Me gustaría que este tema se tratara al interior de Asocajas, y se formularan políticas que contribuyan y faciliten a nuestras organizaciones la generación de empleo de calidad, y por consiguiente el pago de los parafiscales.
Álvaro Saavedra Rubio
Confecciones Punto Cien Ltda.
Comercio exterior atrapado
El Banco de la República sigue contrayendo la economía y revirtiendo su tendencia favorable; lejos de conjurar la inflación, la está provocando, y por combatirla, sigue promoviendo el desplome de la tasa de cambio.
Los siderales aumentos de la tasa de intervención y la implantación del encaje marginal, siguen encareciendo el peso, reduciendo la tasa de cambio y lucrando más al sector financiero. Nada produce mayor inflación, que el aumento del costo del dinero.
La revaluación le sigue enviando señales al país sobre la conveniencia de revisar a fondo el modelo económico, y de estructurar una reforma fiscal que interprete la nueva realidad del mercado.
El Estado debería percatarse, que mantener la devaluación como estrategia absolutista de competitividad, es jugarle a la incertidumbre y obligarse a sufragar periódicamente subsidios que terminan aumentando el gasto, el déficit, y los impuestos.
La revaluación que tiene alarmado al país, ni es súbita, ni sorpresiva. Desde febrero de 2003, se mantiene con una tendencia sostenida, producto de la interacción de las fuerzas del mercado y de la errática interpretación de la Teoría de la Intervención Monetaria por parte del Banco de la República.
Los gremios económicos deben de recapacitar sobre la conveniencia de perpetuar un modelo devaluacionista, y antes que exigir ayudas de compensación cambiaria, deberían de promover reformas orientadas a disminuir la onerosa carga impositiva de las empresas, eliminar los impuestos a la nómina, acabar con el impuesto a las transacciones financieras, abaratar el costo del dinero, liberar el endeudamiento en moneda extranjera y reducir los costos de los servicios financieros.
La disminución de ingresos de los exportadores es cuantiosa. Los que utilizan insumos extranjeros, si bien en algo se benefician de la revaluación, han tenido que asumir el aumento de los costos internos sin poder ajustar precios, viendo diezmados sus ingresos; pero los que no emplean insumos extranjeros, amenazan ruina, pues además de asumir la inflación, han sufrido disminución de sus ingresos en un 30 por ciento, producto de la caída del dólar.
La situación de los exportadores es más grave de lo que aparenta. Por eso, es previsible que el Gobierno los compense, y que lo haga de manera facilista y mediática, otorgando subsidios bajo la apariencia de programas de incentivo cambiario, que alivian, pero no resuelven en nada la causa del problema.
El origen del problema que agobia las exportaciones, no es la revaluación; es la insostenibilidad de un modelo que precisa de la permanente intervención del Estado para lograr una tasa de cambio que algunos llaman 'competitiva'. En el fondo, la causa del problema es la terquedad del Estado en aceptar su incapacidad para seguir alterando las leyes del mercado.
Entre tanto, el Estado admite esta realidad, y para no agravar la crisis de los exportadores, el Banco de la República debe reducir la tasa de intervención para provocar la caída de los intereses, y el repunte de la tasa de cambio.
Rafael Rodríguez-Jaraba
Finanzas
22 jul 2008 - 5:00 a. m.
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