Prueba de ello es que empieza a caerse el velo de los resultados de la Seguridad Democrática, producto de la cual se han registrado, en seis años, 2.785 bajas que podrían constituir falsos positivos, contabilizados como guerrilleros, en medio de la violación del más importante principio constitucional: el derecho a la vida, y del burdo atropello a las fuerzas militares. En relación a la estructura institucional, con la microgerencia, el presidente Uribe prácticamente reventó los ministerios, al desautorizar pública y permanentemente a sus ministros; a los departamentos administrativos, al querer manipular resultados en el Dane y el DAS; a su equipo asesor, que está subjúdice; a los departamentos y municipios, al desbaratar en un solo día sus planes de desarrollo y de ordenamiento territorial con los Consejos Comunitarios, abortando de un tajo la descentralización consignada en la Constitución de 1991, con el recorte de las transferencias. En referencia a los partidos políticos, además de haber propiciado la cooptación, la fusión y la división, ha intentado aniquilarlos, como en el caso del Partido Liberal y el Polo Democrático, lo que hubiera traído delicadas consecuencias en la democracia, como también fue la reeleción inmediata alterando el equilibrio de los poderes públicos establecidos en la Carta. Para no mencionar las arremetidas contra las altas cortes, y en especial la Corte Suprema de Justicia, el Banco de la República y los medios periodísticos. En el contexto macroeconómico, el Gobierno Central siempre ha incurrido en déficit fiscales alrededor del 4,0 por ciento, a pesar del superávit de las entidades descentralizados; de tres reformas tributarias; del más grande plan de privatizaciones; de una extraordinaria coyuntura económica internacional y de altas tasas de crecimiento del PIB; del incremento en los precios de productos exportables y de una alta tasa de revaluación que disminuyó, en pesos, la deuda externa; de la considerable entrada de capitales productivos y especulativos, por el diferencial entre las tasas de interés internas y externas. Para el presupuesto del 2009, el panorama no es menos oscuro, pues se elaboró sobre la base de un crecimiento del PIB del 5 por ciento, mientras las proyecciones apuntan al 3,5 por ciento; la deuda externa se encarecerá como consecuencia de la devaluación; los ingresos derivados de los commodities disminuirán; el costo de los recursos externos ascenderá y otras exenciones tributarias se activarán. En el sector de la salud, luego de tres profundas reformas, se sostuvo que su problemática ahora sí estaba resuelta, pero lo cierto es que los hospitales públicos terminaron siendo liquidados o privatizados, en medio de más de medio millón de tutelas entre el 2003 y el 2008, para que los pacientes fueran atendidos y de miles de denuncias sobre la demora en las citas, operaciones y suministro de medicamentos, sin contar la reducción del Plan Obligatorio de Salud (POS) a subsidios parciales. No vale la pena mencionar la pobre gestión en el ramo de la infraestructura física o el mediocre crecimiento en el sector agropecuario, el cual, sigue bajo el Aptdea y también con los subsidios de Agro, Ingreso Seguro. ¿Qué decir de las relaciones internacionales que han sido improvisadas y erráticas? En conclusión, la estantería se está derrumbando. Hasta el diario El Colombiano sostiene, por primera vez en ocho años, la democracia necesita de sus mejores hombres, no de un único hombre por grande que éste sea (04/11/08), y parte de su bancada, en medio del desorden parlamentario, le cierra el paso a su reelección en el 2010. jorgebustamante@etb.net.co '' En el contexto macroeconómico, el Gobierno Central siempre ha incurrido en déficit fiscales alrededor del 4,0 por ciento.WILABR
Finanzas
14 nov 2008 - 5:00 a. m.
Se está cayendo la estantería
Parte de la sabiduría de un estadista yace en conocer cuándo debe retirarse, y más aún, percibir las condiciones políticas, económicas y sociales en las cuales deja el país luego de la gestión gubernamental. Con ese rasero, y contrario a lo que piensa el presidente Uribe, que quiere una segunda reelección en el 2010 y otra en el 2014, bajo la percepción de que lo ha hecho bien, el balance es bastante deficiente
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