Pero sin desconocer la gravedad del choque entre Ejecutivo y Legislativo, así como sus posibles implicaciones para la institucionalidad colombiana, es indudable que para centenares de empresas y para miles de colombianos cuya suerte está atada a lo que pase con el dólar, lo sucedido con el billete verde fue fundamental. Y es que nunca antes, bajo el esquema actual, había ocurrido un alza de 13,4 por ciento en el transcurso de una semana. Para reiterar cifras conocidas, la divisa estadounidense, que llegó a niveles mínimos de 1.630 pesos el 19 de junio, alcanzó un máximo de 1.980 pesos el viernes 27, si bien cuando se miran las cotizaciones promedio la brecha es menos pronunciada. El alza resultó tan intempestiva que las autoridades escasamente alcanzaron a expresar su sorpresa, al ver que, en contra de lo que había acontecido en ocasiones anteriores, en esta oportunidad las medidas tomadas lograron su cometido, incluso con más éxito del esperado. En los ministerios del ramo, por ejemplo, nadie atinó a dar una respuesta sobre los millonarios paquetes de ayuda ofrecidos por el Gobierno cuando la tasa de cambio llegó a 1.700 pesos, pero que ya no suenan tan necesarios ahora que el billete verde se acerca otra vez a los 2.000. Por su parte, los gremios de la producción, que habían sumado letanías y cantos de desastre hasta hace pocos días, guardaron un elocuente silencio, explicado tal vez por un sentimiento generalizado de incredulidad. Así las cosas, son pocos los que dicen entender lo que pasó. Para ponerlo de otra manera, no es claro por qué en apenas siete días Colombia pasó de tener la moneda más revaluada del mundo, a la más devaluada. Tal como sucede en estos casos, las razones son varias. Por una parte, es indudable que el peso había sido sujeto a fuertes presiones especulativas que apuntaban a un nivel todavía menor de la tasa de cambio, alimentada por la aparente parálisis del equipo económico para responder de manera contundente. Sin embargo, lo hecho por el Banco de la República en la noche del viernes 19 produjo sorpresa generalizada, debido a la mezcla de medidas ortodoxas, como el aumento en el volumen de compra de divisas, y heterodoxas, como el mayor encaje promedio a las entidades de crédito. Ese primer batacazo fue seguido por el anuncio del Gobierno que, en contra de todas las previsiones, aseguró que recortaría 1,5 billones de pesos del presupuesto de gastos para el 2008. A todas estas, la coyuntura internacional también ayudó, pues el mayor nerviosismo en torno a la marcha de la economía mundial, ocasionó que las monedas latinoamericanas se depreciaran en 1,11 por ciento en la semana, destacándose la caída del peso chileno y del sol peruano. De tal manera, lo sucedido deja varias lecciones, siendo una de ellas que el nivel actual de las tasas de interés no es incompatible con un precio más elevado del dólar. Ese es un elemento fundamental si el dato de inflación de junio que deberá conocerse hoy muestra que la espiral alcista continúa, pues el Banco de la República tendría un margen de maniobra más amplio para tomar medidas. Una conclusión adicional es que pocas respuestas tienen tanta validez, como cuando las autoridades van en el mismo sentido. Como es indudable que la volatilidad cambiaria continuará durante varias semanas, es clave mantener el mismo discurso, ojalá sin las declaraciones perturbadoras de integrantes del gabinete presidencial que a veces prefieren el titular a la discreción. '' Muchos no tienen claro todavía por qué, en apenas siete días, Colombia pasó de tener la moneda más revaluada del mundo, a la más devaluada.WILABR
Finanzas
01 jul 2008 - 5:00 a. m.
¿Cesó la horrible noche?
En condiciones normales, la noticia había permanecido en las primeras páginas de los diarios durante muchos días. Pero desde hace rato es conocido que ese clima de normalidad no es típico de Colombia, en donde siempre hay un evento que desplaza a otro, por grande que sea. Así ocurrió la semana pasada con la fuerte devaluación del peso, cuyo impacto fue relegado a un segundo plano debido al anuncio presidencial de impulsar un referendo que refrendaría la legitimidad de su mandato, puesta en entredicho por la Corte Suprema de Justicia en desarrollo del escándalo conocido como la Yidispolítica.
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