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Finanzas

Las consultas internas

Durante muchos años y frente a la siempre presencia de varios candidatos a la Presidencia por un partido –y cuando se acabó lo que se llamaba la ‘fila india’–, se acudió al mecanismo de las convenciones para su designación.

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marzo 31 de 2010 - 05:00 a. m.
2010-03-31

Estas convenciones, algunas de ellas históricas como la de 1929, en medio de la hegemonía conservadora, o la de 1973, que escogió a López Michelsen en lugar de Carlos Lleras, eran el acto partidista más importante, por cuanto de él salía el candidato de la respectiva facción a la Presidencia de la República. Es más, cuando había partidos y alguno de ellos era mayoritario –como lo fue por muchos años el liberalismo– la designación del candidato era una anticipada elección a la Presidencia de Colombia. Pero este tipo de eventos comenzaron a desprestigiarse y era común escuchar hablar de las ‘convenciones amañadas’. En 1978, frente a las aspiraciones encontradas de Carlos Lleras Restrepo y Julio César Turbay por la candidatura liberal, se acordó lo que se conoció como el Consenso de San Carlos, en virtud del cual, el candidato que consiguiera en las elecciones al Congreso previas a las presidenciales, mayores apoyos parlamentarios, se quedaría con la candidatura. Turbay derrotó ampliamente a Lleras, se convirtió en el candidato y luego en el Presidente. En 1981, ante la posible reelección de López Michelsen, Alberto Santofimio, planteó que en lugar de la convención se hiciera una ‘consulta popular’. Finalmente, se hizo la convención en Medellín que escogió a López y dejó por fuera al ya aguerrido caudillo Luis Carlos Galán, quien se presentó como disidente. Ante la división liberal, fue elegido el conservador Belisario Betancur. Siendo jefe del liberalismo Julio César Turbay, pacientemente tejió la reunificación del partido y atrajo a Luis Carlos Galán, quien puso como condición que el candidato en el año 90 se escogiera no por la convención, sino por una consulta popular abierta que se realizaría conjuntamente con las parlamentarias. El autor del mecanismo de las consultas, no pudo finalmente participar en ella por cuanto fue brutalmente asesinado. El primer beneficiario de ese instrumento fue César Gaviria, que les ganó la consulta a Ernesto Samper, Hernando Durán Dussán y a Alberto Santofimio en 1990, y se convirtió después en Presidente. En 1994, Ernesto Samper con el mismo mecanismo derrotó a Humberto de la Calle, Carlos Lemos y Carlos Lleras de la Fuente. En 1998, en el 2002 y en el 2006, Serpa fue candidato no por consulta, sino por convención y fue derrotado. El Partido Conservador acaba de utilizar por primera vez, la institución de la consulta interna abierta para escoger a Noemí Sanín como su candidata. En los últimos años este instrumento democrático se ha ido desnaturalizando, por cuanto las consultas han dejado de ser un sondeo entre los militantes de un partido y han permitido interferencias de otras organizaciones. En 1990, César Gaviria obtuvo más votos en la consulta que en la propia elección como Presidente. En el 2006, el liberalismo sacó dos millones quinientos mil votos para la consulta y sólo millón y medio por sus congresistas. Hubo un millón de votos, distribuidos entre los precandidatos Pardo y Rivera, que no fueron liberales. Y ahora en la consulta conservadora, han aparecido un millón de votos más que los depositados por sus parlamentarios. Es decir, un millón de no militantes del Partido Conservador influyeron en una elección interna. En las democracias maduras, los candidatos son escogidos por la militancia. Para que este instrumento democrático funcione es necesario fortalecer los partidos, y como en todo el mundo, permitir que sólo los miembros de una colectividad política escojan sin interferencia su candidato a la Presidencia. "En las democracias maduras, los candidatos son escogidos por la militancia. Para que este instrumento democrático funcione es necesario fortalecer los partidos". gomezgomezabogados@cable.net.co *Jurista y político ADRVEG

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