Un año y medio después de adjudicada la concesión y cuando las obras no han comenzado, el proyecto de reforma del aeropuerto Eldorado de Bogotá no para de recibir críticas. Es más, las observaciones del Alcalde de Bogotá Luis Eduardo Garzón, están tomando fuerza. El mandatario dice que el proyecto debe ser revisado o de lo contrario, al término de cinco años Bogotá tendrá un aeropuerto pichurrio. Y es que la preocupación no solo es de la administración distrital, sino de expertos que consideran que las obras contratadas se quedarán pequeñas, por lo que es necesario hacer ajustes desde ya. Pese a que el concesionario trabajó de la mano con la Aerocivil para estructurar los diseños definitivos, cuando éstos se presentaron fueron rechazados por el Gobierno, lo cual obligó al ministro de Transporte, Andrés Uriel Gallego, a dilatar la decisión sobre la demolición del actual terminal, situación que retrasa la toma de decisiones para la ejecución del resto de las obras. El concesionario presentó una alternativa para cambiar la zona de carga y ubicarla al occidente del aeropuerto, con el fin de poder atender el transporte de carga, especialmente de flores, y evitar meterle a la ciudad miles de camiones que generarán un traumatismo a la movilidad bogotana. Aunque el concesionario tiene la razón, y el Gobierno lo sabe, la Aerocivil mantiene su posición de no hacerlo en otro lado, por temor a las demandas que puedan instaurar los proponentes que salieron derrotados por Opaín en la licitación. Expertos consideran que antes de ejecutar obras, que van contra la lógica, se debería pensar en una solución jurídica para no condenar a la ciudad a incomodidades y traumatismos. Pero en concreto, ¿en qué consisten las propuestas de ajuste al proyecto de remodelación de Eldorado? De acuerdo, con Adriana Posada Peláez directora encargada de Planeación Distrital, el desarrollo del aeropuerto Eldorado no debe ser el mejoramiento de un servicio, sino encadenar un gran desarrollo urbano que le permita al aeropuerto y a la ciudad convivir en armonía, sin excluir el uno al otro. Lo que pretende el Distrito, antes de cambiar el diseño del terminal o las pistas, es que la Nación y la Alcaldía puedan trabajar conjuntamente en el desarrollo de zonas comerciales, industriales y de vivienda. Para ello se debe poner en marcha un programa para mitigar el ruido y la congestión vehicular en esta zona de la ciudad. Otro aspecto que señala Posada es que la zona de carga debe estar en el occidente y no en el sur oriente como se pretende construir. Con el incremento de la carga y de los pasajeros, la ciudad debe tener una plataforma logística que permita que la ciudad y el aeropuerto puedan complementarse sin traumatismos, explicó la funcionaria. De acuerdo con las proyecciones, este año se van a mover 12,5 millones de pasajeros, lo cual prácticamente prende una alarma, ya que se tenía proyectado un movimiento de 16 millones de viajeros para cuando el nuevo aeropuerto estuviera en plena operación. Antes de que arranque la construcción de las obras definitivas, se estará moviendo cerca de 13 millones de viajeros. De acuerdo con los cronogramas de obra, el concesionario inició la ampliación del mostrador central. Así mismo, mejoró el área de inmigración, se pintó y se cambiaron las luces de túnel de llegada internacional. También se amplió la zona de maletas, lo cual brinda más espacio y mayor claridad en esta zona del aeropuerto. El concesionario considera que es necesario que se defina cuánto antes si se va a derribar o se va a mantener el actual terminal. El presidente de la Junta Directiva de Opaín, Luis Fernando Jaramillo, señala que el concesionario solo es un pegaladrillos que atiende lo que la Aerocivil le dice, pero lo ideal es que le digan con tiempo. millones de dólares invertirá el concesionario en el Eldorado de Bogotá. 650
