Los cultivos transgénicos o genéticamente modificados le han permitido a los agricultores sembrar más, utilizando menos insumos, y la mayoría de los beneficios han sido en los países en vías de desarrollo.
Esta es la conclusión del estudio Economic impact of GM crops: The global income and production effects 1996 –2012, publicado por la consultora inglesa PG Economics, sobre los beneficios económicos, ambientales y sociales de este tipo de cultivos.
“En 17 años de adopción, a través de las técnicas de biotecnología agrícola han ofrecido prácticas de cultivo más respetuosas con el ambiente, al mismo tiempo que proporcionan una mejora evidente de la productividad y los ingresos para los agricultores”, aseguró Graham Brooks, director de PG Economics y coautor del informe.
En el documento se afirma que si los transgénicos no hubiesen estado a disposición de los agricultores, ya para el 2012 hubieses sido necesarias siembras adicionales de 4,9 millones de hectáreas de soya, 6,9 millones de maíz, 3,1 millones de algodón y 200.000 hectáreas de canola.
Las cifras equivalen al 9 por ciento de la tierra cultivable en los Estados Unidos, al 24 por ciento del área cultivable en Brasil, o a un poco más de todas las hectáreas (14 millones) cultivables en Colombia.
En términos ambientales, destacó el informe, la contribución de los cultivos genéticamente modificados se ha dado en la merma de emisiones de gases de efecto invernadero, propias de las prácticas agrícolas, debido a un menor uso de combustible. Además hubo un almacenamiento adicional de carbono en el suelo, consecuencia de las prácticas de la labranza mínima que han sido común en los cultivos de semillas transgénicas.
Para en 2012, fue equivalente a eliminar 27 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que sería igual a retirar 11,9 millones de automóviles, por un año, o a retirar todos los carros que Colombia y Argentina tuvieron durante ese año.
A pesar de que en beneficios directos, las semillas genéticamente modificados no están desarrollados para aumentar los rendimientos, pero la resistencia a plagas permite proteger las cosechas.
“Los beneficios son varios: se ha facilitado el manejo del cultivo pues los porcentajes de daño por plagas y la competencia entre las plantas y las malezas (nutrientes, agua o luz) se han disminuido entre un diez y un quince por ciento”, dijo Plinio Puche, agricultor del departamento de Córdoba.
“En términos de rendimiento, para maíz, con una variedad convencional puede obtenerse entre 0,5 y 1 tonelada adicional por hectárea, mientras que las semillas transgénicas puede ser de 5 a 7 toneladas”, concluyó el cultivador.
Entre 1996 y 2012 estas semillas fueron responsables de una producción adicional de 122 millones de toneladas de soya y 231 millones de toneladas de maíz; adicionalmente, han contribuido con una producción extra de 18,2 millones de toneladas de fibra de algodón y 6,6 millones de toneladas de canola.
Con información de la ONG Agrobio