La crisis generada por la pandemia, más un escenario geopolítico y económico mundial marcado por una conjunción de crisis sucesivas, han llevado a que América Latina y el Caribe tengan una desaceleración, junto con otras eventualidades macroeconómicas de altas inflaciones, aumento en los precios de los alimentos y la energía, además de las caídas en la inversión.
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Así lo confirmó el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el que se asegura que tras la expansión del 6,5% del PIB en la región en 2021, se estima que para 2022 el crecimiento fue del 3,2% del PIB, y se proyecta que en 2023 alcance solo el 1,4%.
Adicionalmente, el informe destaca que la elevada inflación, especialmente en el componente alimentario de la canasta de consumo, afecta con mayor intensidad a los quintiles de menores ingresos, teniendo también un impacto en los estratos de ingresos medio más vulnerables.
Según la Cepal, este contexto de dificultades económicas puede llevar a la región a un retroceso en su desarrollo social y a un escenario de inestabilidad en los planos social, económico y político.
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Otros de los factores que llevaría a esa desaceleración en el crecimiento es la constante amenaza de la inseguridad alimentaria. El documento informa que según información de la FAO, en 2021 el hambre afectaba a 56,5 millones de personas en la región.
“Esto equivale a 49,4 millones de personas en América Latina y 7,2 millones de personas en el Caribe”, aseguran.
Por esta razón, se prevé que el alza en los precios de los alimentos incremente la malnutrición, la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad. Es así que se destaca que en el 2020, al menos el 21% de la población de América Latina (117,3 millones de personas) y más del 50% de la población del Caribe (13,9 millones de personas) no podía costear una dieta saludable.
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Llevando la mirada hacia los indicadores de pobreza, la Cepal sostiene que las estimaciones para el 2022 indican que este factor afectaría al 45,4% de las personas menores de 18 años en América Latina, siendo 13,3 puntos porcentuales por encima del promedio correspondiente a la población.
De igual manera, la pobreza extrema afectaría al 18,5% de las personas menores de 18 años, las cuales se enfrentan a un mayor riesgo de padecer inseguridad alimentaria “al vivir en hogares que no pueden adquirir una canasta básica de alimentos”.
Por otra parte, se destaca que además de la inestabilidad económica existe otra crisis silenciosa que ataca a la región desde la pandemia. De acuerdo con la Comisión, el sector educativo ha sido uno de los más afectados desde el covid 19.
Las repercusiones están en la pérdida de aprendizaje, lo que profundizó las desigualdades educativas preexistentes. Según el informe, esto se va a traducir en falta de oportunidades para el desarrollo de las generaciones jóvenes.
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A pesar de los anuncios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del fin de la emergencia sanitaria, el impacto que tuvo la pandemia en la región parece permanecer vigente.
De acuerdo con el informe, para septiembre del 2022, América Latina y el Caribe acumulaba el 26,7% del total de defunciones informadas por covid 19. Esto, traduciría las brechas en materia de salud que existían antes de la pandemia, lo que explica la vulnerabilidad de la región y el retroceso en diversas dimensiones del desarrollo sostenible. Igualmente destacan que las desigualdades en salud están relacionadas con sus determinantes sociales.
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