Si se ha sentido cansado no solo física sino mentalmente, no se siente cómodo con lo que hace o cree que debe cambiar de actividad, puede ser que esté sufriendo de desgaste laboral.
Esta anomalía ha sido entendida como el resultado de la suma de situaciones de alta complejidad, con efectos en diversas facetas de la vida del trabajador.
Y la depresión, el estrés, la continua vulnerabilidad a enfermarse, o la disminución de la productividad y la eficacia son algunos de sus ‘síntomas’.
En un estado como este, las capacidades del empleado se ven sobrepasadas por las responsabilidades adquiridas, y tal vez es esa sensación de no tener control sobre ellas lo que causa episodios clínicos más severos en los equipos de trabajo.
El experto en salud y rendimiento Jorg-Peter Schroder sostiene en su libro ‘Desgaste laboral’ que un estado de vida permanentemente bajo presión y alta entrega de energía causa resultados laborales y de salud poco deseados.
Para ello, él como empleador y el empleado deben estar dispuestos a hacer parte de la solución.
En una escala de uno a siete, siendo 1 la menos grave y 7 la más grave, Schroder plantea no solo lo que podría interpretarse como una gradación de la severidad del desgaste, sino una escala con los caminos para encontrar la solución.
1. Vea de manera realista las exigencias de su trabajo, y evalúe si hay excesos en la integración vida-trabajo.
2. Propóngase metas claras para reducir las tareas que le están generando algún tipo de carga.
3. Hágalo saber a los miembros de equipo que tengan influencia en esto.
4. Construya modelos que le permitan manejar tanto su cuerpo como su energía.
5. Si las proyecciones o los planes a mediano y largo plazo le generan carga, considere dejarlas mientras soluciona las de corto.
6. Consulte a un médico para que lo oriente.
7. Acuda a un especialista en desgaste laboral.
